Al menos una vez por semana Paola Delgado viaja de Guayaquil a Durán a través de la Aerovía para visitar a su madre, Fanny Rodríguez, quien vive en la ciudadela Primavera 2 de este último cantón. Prefiere este medio de transporte alternativo por ahorro de tiempo y seguridad.

Desde la parada parque Centenario, en las avenidas 9 de Octubre y Quito, centro de la urbe porteña, hasta la terminal de Durán, en la ciudadela Abel Gilbert, el trayecto toma 20 minutos por reloj, lapso que puede ser mayor si se traslada en bus en la denominada hora pico, sostiene la mujer.

“Prefiero la Aerovía. Ya esos buses hace rato que no conozco las rutas (...), es más rápido, menos tráfico, o sea, no hay tráfico más bien, no hay aglomeraciones y me puedo sacar la mascarilla. Para mí es más rápido”, comenta Delgado, quien al llegar a Durán toma, en el sector del malecón, la ruta 4B que la lleva hasta la Primavera 2.

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En primer año de operación, Aerovía no logró demanda esperada de pasajeros. Un aumento del 30 % de usuarios se espera en el 2022

Al abordar cada una de las cuatro rutas de alimentadores que conectan con la Aerovía en Durán (según consta en una infografía que está en la parada), los usuarios deben pasar la tarjeta de dicho sistema por un lector que hay en los buses y entonces sin pagar dinero adicional van desde la estación hacia cualquiera de los destinos contemplados en los circuitos diseñados.

Según esa información, las rutas son 1A-Elsa, 1B-Orama, 5A-Delia y 4B-Recreo.

Entre las cuatro abarcan los siguientes sectores: Abel Gilbert 1, 2 y 3; centro de Durán, Ferroviaria 1 y 3; Primavera 1 y 2; Democrática Norte; Democrática Sur; Elsa Bucaram; Cerro Redondo; 28 de Agosto; Los Rosales; ciudadela Héctor Cobos; Alberto Maldonado; Río Guayas; Los Helechos; Las Terrazas; Panorama; Brisas de Santay; Una Sola Fuerza, Terminal Terrestre; av. Nicolás Lapentti; El Recreo (5 etapas) y San Enrique.

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Cuando los pasajeros abordan esos buses en el sitio de origen para dirigirse a la estación de la Aerovía, al pasar la tarjeta por el lector de cada unidad se les descuenta $ 0,70 que es el costo del viaje completo en las cabinas aerosuspendidas, por un solo sentido.

Los buses de las rutas alimentadoras en Durán tienen un lector de tarjeta para los usuarios de la Aerovía. Foto: El Universo

Pedro Túa, de 70 años, vive en la manzana 53 de la ciudadela Abel Gilbert 3 y viaja de dos a cuatro veces por semana a Guayaquil en Aerovía. Él cree que en el Puerto Principal hace falta un sistema de rutas alimentadoras similares a las de Durán, para no pagar pasaje en el bus urbano o en la Metrovía.

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“Fuera una ventaja si allá también hiciéramos lo mismo que aquí en Durán: que no se pague en el transporte urbano”, señala el septuagenario que por su edad posee una tarjeta personalizada con la que paga mitad de pasaje, un beneficio del que también gozan estudiantes y personas con discapacidad.

Según urbanistas, la reducción de 2.000 pasajeros en promedio diario que experimenta el sistema de la Aerovía en este segundo año de operaciones respecto al 2021 refleja principalmente la falta de un plan de movilidad que integre las distintas modalidades de transporte.

A finales del 2021, al cumplirse un año de operaciones, la Agencia Aerovía, de la Agencia de Tránsito y Movilidad (ATM), proyectaba un incremento del 30 % en la demanda para este 2022.

Aquello no se cumplió, pues de 10.000 pasajeros al día que trasladó el sistema el año pasado, en este periodo la media es de 8.000 usuarios, pese a la reactivación económica y el regreso a clases presenciales una vez que ha ido superándose la pandemia del COVID-19.

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Félix Chunga, urbanista y director de la carrera de Arquitectura de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil (UCSG), señala que si la Aerovía no está articulada con un plan de movilidad de la urbe porteña el sistema no tendrá éxito.

“Si yo me dirijo del punto A al punto B, llego a un punto que no tengo dónde movilizarme más allá de ese punto, lo que tendría que hacer es regresar, y eso no va a cumplir con mi necesidad como usuario de llegar a mi casa, de llegar al trabajo. Si como ciudad tenemos un plan de movilidad intermodal, qué quiere decir intermodal, que yo puedo conectarme con la Metrovía, puedo conectarme con transporte público regular, puedo conectarme con sistema de taxis y eso me va a permitir fluir”, expresa el académico.

Él cree pertinente que se hagan estudios sobre la experiencia del usuario y medir si, por ejemplo, el viaje en Aerovía es más cómodo y menos costoso que las otras modalidades de transporte.

“Si a mí me va a beneficiar en tiempo, en economía y en comodidad, por supuesto que la voy a usar, pero si no tengo esas cualidades y específicamente la económica no la voy a ocupar. De ahí podemos también extendernos en analizar la capacidad de carga, la rapidez, la velocidad de llegar, todos esos aspectos que me van a permitir evaluar”, refiere Chunga.

En la estación ubicada en el malecón de la ciudadela Abel Gilbert, en Durán, hay un letrero que indica que el bus urbano es gratuito para el usuario del transporte aerosuspendido. Foto: El Universo

Luis Saltos, especialista en planificación urbana, considera que la Aerovía no tiene una conexión adecuada con los otros medios de transporte público (buses urbanos o Metrovía), ya que debería existir una tarjeta de pago único.

Otro punto que a su criterio no favorece al uso del sistema es la falta de proyectos complementarios en el entorno de las estaciones, con enfoque turístico.

“Por ejemplo, en la estación que está en la Casa de la Cultura no se ha trabajado con actividades en la Casa de la Cultura que se relacionen directamente con la gente de Durán. Sería increíble generar proyectos de teatro, arte y cultura dentro de la Casa de la Cultura y en el entorno, si tú vas en la Aerovía y la entrada te costaba diez dólares, te cuesta dos dólares, solo por llegar en la Aerovía”, explica él. (I)