Miguel Baque, de 35 años, es un padre de cuatro niños que trabaja desde hace 16 años en las filas del Cuerpo de Bomberos de Guayaquil y gran parte de sus labores se han enfocado en la colaboración en un área de especial cuidado: las emergencias con materiales peligrosos.

Este hombre guayaquileño es uno de esos personajes que están detrás de labores con un alto nivel de peligro por el servicio a la comunidad guayaquileña y que este tercer domingo de junio celebrarán el Día del Padre pendiente de los incidentes que se puedan presentar en la urbe.

En el cuartel de Mi Lote, donde regularmente hace su guardia, Baque recordó que primero cumplió actividades como guardia de la Academia de Bomberos y al involucrarse en la institución gustó por capacitar en diversos temas, en ese centro, con algunos cursos.

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Luego presentó sus certificados en la institución para pasar a ser miembro rentado. Primero estuvo en el cuartel 2 (10 de Agosto y Esmeraldas) durante dos años y los siguientes catorce años ha seguido en la División de Materiales Peligrosos hasta la actualidad.

“La persona que estaba en Materiales Peligrosos estaba por jubilarse”, recordó sobre la oportunidad que se le brindó para unirse a la institución.

En el momento de su labor, cuando se activa la emergencia, él mencionó que siempre recuerda a su familia, su esposa e hijos, pero luego se enfrasca en seguir los protocolos para colocarse equipamiento especial y salir lo antes posible a la emergencia, con sus compañeros.

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En el camino se encomienda para que todo le salga bien y ya en el sitio se olvida del resto, incluyendo el miedo, lo invade la adrenalina y se enfoca netamente en controlar el incidente.

Él remarcó que en su trabajo es básico tener un buen físico, buena alimentación, máxima concentración y el debido descanso. En ocasiones, mencionó, se debe tener sumo cuidado sobre todo con sustancias peligrosas, como el amoniaco, que puede generar inestabilidad y desmayos por su inhalación, más aún si no se tiene colocados los equipos especiales, como máscaras y trajes.

Un capítulo especial en su vida tiene relación con su familia (su esposa e hijos), quienes son su fuente de inspiración y fortaleza.

Sus hijos son Nasly (13), Ashly (11), Eliam (10) y Ainara (7 meses). Entre ellos, al único varón ya le llama la atención la labor de bombero de su padre y le manifiesta su deseo de seguir sus pasos.

“Mi hijo me dice: ‘Papá, yo quiero ser como tú, quiero ser bombero, quiero ir a las emergencias, así como tú vas. Ese es el legado que nosotros te podemos dar’”, dijo. Con él suele compartir los ejercicios de agua que hace cada año la institución y visitas al Museo del Bombero.

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Debido a sus horarios rotativos, Baque contó que suele tener guardias justamente el día de celebración del padre. En caso de tener turno, como este año, él contó que prefieren con sus familiares, esposa e hijos, festejar en los días previos con algún paseo en la ciudad o a la playa.

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En ocasiones, sus familiares le dan una sorpresa al llevarle un obsequio al cuartel donde le toca hacer la guardia de 48 horas.

“Lo que más a uno le conmueve son las cartas que tus hijos te dan y dicen: ‘Papá, gracias por ser un mejor padre’, los sentimientos que ellos te expresan ahora”, relata este padre.

Miguel Baque se inició como guardia de la Academia de Bomberos y ahora es un integrante rentado de la división de Materiales Peligrosos. Foto: El Universo

En esta ocasión, en el interior del cuartel, él mencionó que suelen compartir con sus compañeros de guardia, hacen una pequeña reunión para celebrar con una comida.

Ese mismo Día del Padre, él con sus compañeros, como de costumbre, estarán encargados, de ser el caso, de novedades con materiales peligrosos en la zona norte y parte del centro, donde confluyen fábricas y empresas, mientras otra brigada se encargará de todo el sur.

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Al momento de acudir a una emergencia, Baque relató que analizan la escena con sumo cuidado para evitar que ellos también corran peligro por los químicos en el ambiente y para ello, siempre usan detectores especiales para determinar el tipo de químico que está presente en el ambiente y también establecer un radio de la zona considerada seguro para las personas que se encuentren en puntos cercanos al sitio del incidente.

Dependiendo de lo establecido en los equipos detectores, piden la evacuación a determinados metros de distancia a los presentes.

“Los detectores tienen una alarma que al momento de percibir el químico o el producto que está contaminado alrededor, ya nosotros vemos el área que es segura”, dijo el bombero, que atiende en promedio de tres a diez novedades por semana.

Recientemente, entre las anécdotas que recuerda, a Baque le tocó atender un reporte de una emergencia con habitantes de la vía a Daule que referían de molestias respiratorias por presencia de un olor llamativo.

Al acudir se percataron de que en la vivienda del reporte no había nada de peligro, sin embargo, al entrar al patio de una casa vecina detectaron que se había derramado gran cantidad de formol y actuaron de inmediato para evitar estragos mayores, por lo que retiraron ese líquido con cinco sacos de absorbente orgánico.

“Por el desconocimiento por ocupar ese tacho, lo regaron y le tiraron agua, se pone como espuma y emana vapores, ese vapor molesta las vías respiratorias, pica, ya a las personas que estaban allí les picaba la garganta, les dolía la cabeza. Todo producto químico es muy fuerte para el ser humano”, explicó el bombero, quien remarcó que ellos se retiran una vez que en la escena ya no hay ningún peligro con materiales. (I)