Se ha convertido en el anfitrión favorito de los televidentes por las noches. Hasta inicios de 2023 fue el compañero de fórmula de Denisse Angulo en Soy el mejor (TC Televisión). Ahora, Ronald Farina comparte pantalla con la novel Valeria Gutiérrez en el recién estrenado Yo me llamo, producción con la que Teleamazonas convocó nuevamente al comunicador quiteño para que sea el nexo entre los participantes y el jurado que integran Pamela Cortés, el cantante argentino Axel y Érika Vélez.

Con una carrera que empezó grabando promocionales televisivos mientras estudiaba la secundaria en la capital, Farina se mantendrá como protagonista el resto de este año al ser el anfitrión del nuevo programa Cien ecuatorianos dicen, franquicia australiana que tiene previsto comenzar sus grabaciones este mes y que cumple el sueño del presentador, quien de niño asistió al show como espectador.

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“Pasé de una convocatoria a otra. Las primeras conversaciones las había tenido el año pasado, siempre he estado en contacto con Teleamazonas, porque tengo muy buena amistad con los directivos; entonces, siempre se barajaba la posibilidad de volver a los programas, que a mí en lo personal me gusta muchísimo por la identidad que tienen y por lo que quieren mostrar en pantalla, que es la unión familiar”, refiere.

Completamente fascinado por la propuesta de vincularse a dos nuevos proyectos, Farina asegura que la oportunidad de aprender e imponerse retos lo motivó a cambiarse. “Con TC (Televisión) podría haber continuado muchísimo más tiempo, pero se me dio la oportunidad de hacer algo que yo había estado buscando también hace bastante tiempo”, agrega.

100 ecuatorianos dicen es un programa franquiciado, con varias ediciones en distintos países. En Estados Unidos, Steve Harvey es el host del espacio conocido como Family Feud. “En México también está, esa es la que más se conoce aquí en Ecuador, tiene como presentador a Marco Antonio Regil en 100 mexicanos dicen, en Argentina igual, en Chile, en Bolivia, es un programa familiar. Cuando me hablaron de este proyecto, que es algo que si bien es cierto he estado en programas distintos, sentí que no había hecho uno así”, añade.

¿El público lo sigue extrañando en TC (Televisión)?

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Sí, me lo han dicho, por redes un poco. El público siempre va a estar ahí, estamos a un botón de distancia de ellos, ellos toman la decisión, ellos tienen el control de qué canal ver. Los programas y las producciones evidentemente manejan los contenidos y los horarios, nosotros tratamos de poner la alegría y comunicación, que siempre, en ese orden, yo siempre voy primero por la comunicación y luego por la alegría.

El público comenta en sus redes y lo considera uno de los mejores presentadores de la televisión, actualmente.

Y se les agradece el cariño, hay mucho cariño y empatía ahí, porque siempre he tratado de hacer mi comunicación, honesta. Trato de llevar mi comunicación de la manera más sencilla, con un mensaje que sea fácil de digerir, que no mienta y que no tenga pose.

Cuando recibí la propuesta me llevó al recuerdo de 1994, cuando yo era peladito y veía este programa en Teleamazonas, Dominguísimo, que conducía Jota Mario Valencia, que era un tremendo animador y me acuerdo de haber ido como público y haber pensado: woow, solo haber recordado eso sentí que podría llegar a otro lugar, y me emocioné.

Ronald Farina

Es de los pocos talentos de pantalla que no se ha involucrado en escándalos.

Porque mi vida es aburrida (ríe). Eso es cuestión de cada uno, de cómo la quiera manejar, para mí, mi vida es perfecta porque tengo el balance entre la tranquilidad y la quietud de mi hogar, de mi familia que somos muy unidos, tenemos un círculo bien cerrado entre nosotros, y de ahí el trabajo que lo tomo como cualquier otro, solo que yo le hablo a una cámara.

El inicio de su carrera

La televisión no estaba en sus opciones inmediatas de trabajo. No cruzaba por su mente pararse frente a una cámara, animar y entretener a cientos de espectadores a través de una pantalla. Sus sueños inmediatos infantiles lo llevaban al espacio como un astronauta, a una cancha como tenista o a un escenario como pianista.

“De adolescente quería estar en la NASA, de grande cuando empecé en la universidad pensaba que iba a ser un programador de videojuegos, pero cuando tenía 15 años, una prima que trabajaba en un canal UHF de Quito me pidió que la acompañara a su trabajo un ratito. Vi cómo se grababa y todo, ese día el productor necesitaba que alguien presentara un videoclip, me dijeron que tenía que hacer y lo presenté. Después ese mismo productor me llamó para que siguiera haciéndolo y lo hice. Estuve tres meses, sin paga, con canje. Mis amigos se reían porque me veían en televisión, tenía 15 años”, recuerda.

A su retorno de Estados Unidos, donde terminó sus estudios secundarios, Farina -quien prefiere reservarse su edad-, unas vacaciones en su natal Quito fueron determinantes para que se establezca de forma permanente en Ecuador. “Tuve muchísimos trabajos, en ese camino, conocí muchísima gente que me llevó al mundo del modelaje, de los comerciales, de la publicidad y me gustó. Ahí entendí que había un trabajo diferenciado, para mí era ideal porque no tenía que cumplir con un horario específico, ni estar detrás de un escritorio, no tenía que hacer lo mismo todos los días”, menciona.

TC Televisión fue su primera casa televisiva. Entonces fue Juan Sebastián López quien lo recomendó con Juan Carlos Castillo para un puesto de reportero. “Me llaman y no paso el casting. Me dicen que no sirvo, entonces tenía el pelo largo, andaba con brackets (ortodoncia) en ese tiempo y barba. Después me corté el pelo, hice el casting, me saqué la ortodoncia y me contrataron de reportero. Ahí comencé a estudiar dicción para tener acento neutro, desde el 2006. Aprendí a editar notas, después se fueron dando oportunidades, comencé a presentar notas y así comencé poco a poco a hacer pequeñas apariciones”, refiere.

Su primera compañera de programa fue Doménica Saporiti, de ahí vino Bailando por un sueño, Cosas de casa, Megamacht, La guerra de los sexos, Calle 7, Apuesto por ti, entre otros.

Dicen que es muy parecido a Ricky Martin.

Siempre me dicen que soy el doble y yo les digo que soy el doble de ancho.

¿Se imagina encontrarse con él en algún momento?

Le digo que me preste plata. Sería cool, yo siempre lo admiré, solo que es un poco mayor a mí.

¿Cuántos años tiene actualmente?

Sabes que no recuerdo, yo en la pandemia perdí la memoria de los años. Yo tengo la edad de Jesús Fichamba.

¿Prefiere mantenerlo en reserva?

(Ríe) Prefiero no acordarme. No tengo problema, pero me da chiste porque siempre he jugado con no decir mi edad y mis hijos me dicen todas las semanas: papi, ¿cuántos años tienes?, y yo: que no, porque me preguntan por molestarme; digamos que tengo la edad del alma.

Vida fuera de cámaras

Asentado actualmente en Guayaquil por las grabaciones de Yo me llamo y de 100 ecuatorianos dicen, Farina es padre de tres, consentidor y ligeramente estricto, dice, junto con su esposa, Eli Carmigniani, a quien conoció desde la infancia. Ella y sus hijas son quienes logran que baile sin mayores peticiones, tarea imposible para sus compañeros en televisión.

“Leandro tiene 11 años, Bianca tiene 12 y Camila tiene 20, es universitaria. Ser papá es la cosa más bonita, no me lo imaginaba, en mi caso, con cada uno fue como empezar de nuevo, han sido tres mundos distintos”, cuenta orgulloso.

En cada uno de ellos, afirma, reconoce rasgos de su personalidad. “Las partes buenas la sacaron de la mamá. Yo soy superorganizado, me encanta el orden, la pulcritud, y eso sacó mi hija mayor. El tema de estudiar y ser siempre el mejor y aprender más, eso sacó la segunda. Mi locura, eso de querer estar siempre en videojuegos es Leandro. En los tres yo me identifico”, relata.

Farina, el menor de tres hermanos, sigue siendo el más mimado de su mamá, su mayor fan. “Mi mamá me dice Nicolás, no es mi nombre, pero creo que ella quiso ponerme ese. Me pregunta siempre de los videos en los que aparezco, me pide los links para ver los programas. Ella sigue las páginas que me siguen, está superpendiente de lo que hago, ella me hace acordar que trabajo en televisión”, revela sobre su progenitora, quien vive en el extranjero.

En casa, expresa, las reglas son claras para sus hijos. “Ellos son pequeños todavía, soy estricto en lo que se debe ser estricto, para mí lo único que no se permite es mentir, no se permite no ser un buen ser humano, quiero que sean lo mejor que ellos puedan ser. No me los imagino cuando sean más grandes porque ellos siguen siendo mis bebés, yo a la mayor aún le doy la mano para cruzar la calle”, nos dice sonriendo al abrirse por primera vez con este Diario sobre su círculo familiar, su bien más preciado.

Graduado de Comunicación Social y Escénica, está seguro de que quiere seguir más tiempo trabajando en televisión, mientras comparte con su familia y es testigo del crecimiento personal de sus vidas. “Yo soy papá chocho, yo soy papá de quedarse en casa, soy papá de que si hay que dormir todos en la cama no hay lío, ver películas juntos. Eso es lo que hacemos, ver películas y estar en casa”, agrega.

Amor a primera vista

Confiesa que por Eli, su esposa, el flechazo se dio cuando la conoció por primera vez en la escuela. “Cuando la vi, yo dije aquí es. Tenemos seis años de diferencia. Cuando empezamos a salir, fuimos a cenar. Como amigos llevamos más de 15 años. De novios tuvimos un año, y don apresurado le dijo: casémonos, por favor. Uno nunca sabe. Nos casamos hace trece años”, cuenta.

Refiere además que la cercanía de ambos con Dios ha mantenido estable su vínculo. “Me imagino con ella hasta el final de mis días, esa es la idea, no hay por qué proponerse otra cosa. En el trabajo me gusta estar cambiando, pero en la vida me gusta ser estable”, recalca. (I)