La ecuatoriana Mayra Paredes pagó la hipoteca del piso que en 2006 compró en Madrid hasta que agotó su prestación por desempleo pese a que la cuota de 850 euros representaba el total de los ingresos familiares. La inmigrante nacida en Latacunga no quería perder su vivienda. Hoy, tras ser desahuciada, reside en casa de unos allegados, sobrevive gracias a la caridad y debe aún el 80 por ciento del préstamo de 160.000 euros que contrató en épocas de bonanza.