Mejorar su nutrición y ser coherente con su espíritu ambientalista llevó a Beatriz Benavides a dejar primero la carne de chancho, luego de res, pollo y finalmente los mariscos. A esa iniciativa se unieron su esposo George Varela, más tarde su madre Nancy Hilgert y su hija Sofía.

La idea de hacerse vegetarianos ya rondaba en la mente de los Benavides Hilgert desde 1990, cuando Nancy reflexionó sobre la cantidad de bosques naturales que se sacrifican para alimentar al ganado de las industrias de la carne. “A eso se sumó el sufrimiento animal que desata toxinas a raíz del miedo y es lo que luego se come”, explica. Empezaron por cultivar sus propios vegetales en un huerto orgánico cuando vivían en Quito, pero cuando llegaron a Guayaquil no lo continuaron.

Beatriz fue la primera en tomar acción hace cinco años por recomendación de un homeópata. “Me agripaba muchísimo, siempre tenía llagas y me recomendaron que no comiera chancho”. Así continuó hasta dejar los mariscos mientras investigaba junto con su esposo George la cocina vegetariana a nivel mundial. “Él tiene talento para la cocina, por eso no fue tan difícil porque hacía la comida rica”, dice Beatriz. A través de internet conocieron otras formas de tratar los vegetales y sacarles provecho nutricional. Han aprendido sobre aceites naturales, algas y cocina indú y japonesa.

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A las reuniones sociales llevan piqueos como croquetas de quinua para que la gente pruebe. Nancy tiene en su cartera una bolsa de frutos secos. “Se lo pongo a cualquier ensalada y le añade valor proteico. Hay que ser recursivos, por ejemplo puedes ponerle coco cortado al líquido del cebiche de pescado. “No te pierdes de nada”.

Como familia siempre han trabajado por la conservación de los bosques y tienen una consultora ambiental. Ser vegetarianos era el último paso para estar en armonía con su filosofía de vida.

Sofía tiene tres años y aunque en ocasiones comió pescado y pollo su idea es firme: no se come animales. Su dieta se volvió vegetariana cuando su abuela dejó de comer animales y no hubo más carnes en la casa. Para decidir cómo alimentar a Sofía, Beatriz investigó en testimonios de varias familias. “Eran muy extremistas y al final decidí por un tiempo darle pollo y pescado para balancear su alimentación”, cuenta. Para ella, el cambio ha sido positivo. “Casi nunca nos enfermamos, no me había dado una gripe en tres años. Mejoró mi estado de ánimo.

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90

Desde los años 90 los Benavides Hilgert cuestionan su consumo de carne. La dejaron en el 2008.