En cada feriado, el movimiento comercial aumenta en zonas concurridas de la ciudad. Uno de estos sitios es el peaje de la vía a la costa, punto de concentración de vendedores ambulantes e impulsadores, que se agolpan alrededor de los carros para ofrecer sus productos.

Promocionan su mercadería en los segundos disponibles antes de que el carro pase la caseta. Los vendedores buscan un vehículo con el vidrio abajo para mostrar el periódico, espuma de carnaval, chalecos salvavidas, humitas, mango en funda, agua, entre otros artículos.

Diana Coello, oriunda de Cerecita, llega en los feriados a las 06:00 para ofrecer las humitas que prepara su mamá. Un paquete con cuatro de los aperitivos cuesta $ 1. De las 30 fundas que lleva, solo cinco le quedaban a las 09:30 del sábado 1 de marzo.

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“Siempre venimos con un amigo a vender humitas en feriado. Las ventas son buenas y esto es una ayuda para mi familia”, dice Coello.

Mientras avanzan los vehículos, la impulsadora Leinster Montes, de 26 años, entrega “al vuelo” las volantes de una nueva urbanización que se desarrolla en la vía a la costa. Esboza una sonrisa y luce ante ellos blusa ajustada, short pequeño y tacones.

Ella trabaja durante seis horas al día y cuenta que ese “cachuelo” lo realiza los feriados para ganar dinero extra y costear sus estudios. Afirma que labora como reportera televisiva y modelo de una agencia de modelaje.

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Otras impulsadoras entregan hojas con información sobre tours a Brasil para ver los partidos del Mundial 2014, nuevas líneas de condimentos de cocina y paquetes promocionales de televisión por cable.

Carlos Avilés es un vendedor que usualmente comercializa teléfonos celulares en la Bahía de Guayaquil, pero que en esta fecha apuesta para trabajar en el peaje ofreciendo espumas de carnaval. Las vende a $ 2 por unidad o, tres por $ 5.

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“Mi familia me ayuda a vender. De aquí nos vamos a Salinas para vender y disfrutar también del feriado”, anota el guayaquileño, de 50 años, quien para estos días se aprovisionó de 300 espumas carnavaleras.

Apuntes
otros vendedores

En las filas
Por las columnas de vehículos que llegaban a más de dos kilómetros, los vendedores se ubicaban cada cien metros.

Dos carros parqueados ofrecían servicios mecánicos a los vehículos dañados.

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