Cipriano Quillay, de 60 años, lloró toda la madrugada sobre el brillante féretro de madera que luego de más de 12 horas de viaje por avión y en carro, desde Ciudad Juárez, en México, llegó pasadas las 22:00 del sábado pasado a la comuna Molinoguayco, en El Rosario, cantón El Tambo, provincia de Cañar.