En Grecia los bancos reabrieron luego de más de tres semanas y el gobierno obtuvo un préstamo a corto plazo de acreedores europeos para pagar más de 6.000 millones de euros ($ 6.500 millones) que le debía al Fondo Monetario Internacional (FMI) y al Banco Central Europeo (BCE). De no haber pagado a alguno de los dos se habría estropeado la solicitud reciente de Atenas para un rescate financiero.

Para la mayoría de los griegos, temerosos de una recesión, ayer todo giró en torno a los nuevos precios de los productos, pues los impuestos que exigieron los acreedores abarcan desde el café hasta los taxis. Y aunque los bancos reabrieron, siguen en pie los límites estrictos para el retiro de efectivo.

En una economía aún tambaleante por la incertidumbre del país ante el euro, los controles de capitales y el aumento de impuestos no han sido bien recibidos. Dimitris Chronis, quien ha sido dueño de un pequeño local de kebab en el centro de Atenas por 20 años, dijo que los nuevos gravámenes podrían poner su negocio al borde de la quiebra, especialmente la combinación del aumento a los impuestos y el costo de la carne.

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Hay pocas partes de la economía griega que no se hayan visto afectadas por el aumento de los impuestos a la venta sobre numerosos productos básicos, el cual pasó del 13 % al 23 %.

Los gravámenes están en todo, desde el aceite para cocina hasta los condones, así como en servicios populares como restaurantes y los transbordadores a las islas griegas.

Mañana se realizará en el Parlamento griego una segunda votación sobre medidas que incluyen reformas legales y bancarias. (I)