Limitar a 2° o preferiblemente a 1,5° el aumento de la temperatura del planeta, según los científicos, requiere de una transición energética hacia un mundo sin combustibles fósiles y además luchar contra la deforestación, la segunda mayor causa del calentamiento global.

La primera medida, es decir, descarbonizar al sector energético (responsable de dos tercios de las emisiones de gases de efecto invernadero o GEI) o, más claramente, renunciar a la explotación de carbón, petróleo y gas, no fue incluida en el primer acuerdo universal al que la semana pasada llegaron los 195 países congregados en la vigésimo primera Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP21).

El acuerdo sí reconoce la necesidad de promover el acceso universal a la energía sostenible en los países en desarrollo, en particular en los de África, mediante un mayor despliegue de renovables. Reducir las emisiones debidas a la deforestación y la degradación de los bosques, en cambio, sí es una medida que en el acuerdo se alienta a las partes a adoptar (art. 5).

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Arabia Saudita, con apoyo de Venezuela, consiguió eliminar la noción de “descarbonización” y sustituirla por la de “neutralidad” de carbono, más favorable a sus intereses: Tienen las mayores reservas mundiales conocidas de petróleo y basan sus economías en las exportaciones de crudo. Para Venezuela, por ejemplo, representa el 96% de las ganancias de sus exportaciones. No es de extrañar entonces, según las ONG participantes de la cumbre, que vean amenazados sus intereses por los estudios que recomiendan dejar de explotar energías fósiles para cumplir con la meta de los 2°.

Una meta que supone una revolución energética, abandonando rápidamente el carbón y los hidrocarburos como fuente de electricidad. Un vuelco radical, posibilitado por el auge de las energías renovables, con precios cada vez más competitivos, o incluso por la energía nuclear, que trata de colocarse como alternativa pese a la oposición de muchos ecologistas.

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El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático incluye al sector nuclear en la lista de fuentes de energía con bajo carbono que hacia 2050 deberían generar el 80% de la electricidad mundial, frente a 30% actualmente, para alcanzar la meta de los 2° e impedir que más de 7.000 millones de toneladas de anhídrido carbónico salten a la atmósfera.

De su parte, para cumplirla, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) calcula que se necesitará alcanzar 50% de estas energías y al menos $ 36 billones de inversiones adicionales de aquí a ese mismo año.

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Samantha Smith, líder de la Iniciativa Global de Clima y Energía del Fondo Mundial para la Conservación de la Naturaleza (WWF, en inglés) considera que la era de los combustibles fósiles está llegando a su fin. “Estamos viviendo un momento histórico. Somos testigos del comienzo de una transición global hacia las energías renovables”, declaró tras el consenso de las partes por el nuevo acuerdo.

Con ello concuerda Edward Cameron, de la coalición We Mean Business, que proyecta que para 2050 habrá “una economía más limpia con una dependencia menos fuerte de las energías fósiles, que creará nuevos empleos”. La AIE estima que serían unos 24 millones en 2030.

Yolanda Kakabadse, presidenta de WWF Internacional, destacó que las negociaciones hicieron más que producir solo un acuerdo. “Más de 1.000 ciudades se comprometieron con 100% de energía renovable; tomó forma un ambicioso plan por parte de África para desarrollar fuentes de energía renovables al 2020; y se lanzó la Alianza Solar Internacional por parte de India, que incluye a más de 100 países para abordar simultáneamente los temas de acceso a la energía y el cambio climático. Estos son exactamente el tipo de acciones de cooperación que necesitamos para desarrollar rápidamente y complementar el acuerdo de París”, aseguró.

El panorama también se muestra estadísticamente positivo. Un nuevo estudio publicado en Nature Climate Change determinó que las emisiones de CO2, resultantes en buena medida del uso de combustibles fósiles, habían registrado un fuerte crecimiento en años anteriores, se estabilizaron en 2014 y en 2015 retrocederán ligeramente un 0,6%.

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La investigación también destaca que la economía global creció un 3,4% en 2014 y se calcula que crecerá 3,1% este año. Una inversión sostenida de tendencias entre crecimiento del PIB mundial y emisiones de CO2 es considerada como una etapa importante en los esfuerzos para reorientar la economía global de los combustibles fósiles contaminantes hacia fuentes sin carbono como la eólica, la solar o la hidroeléctrica.

El estudio advierte, sin embargo, que la medición no necesariamente significa que estemos ante el tan esperado “año pico” a partir del cual las emisiones comenzarían a bajar y asegura que el uso cada vez menor de carbón para generar electricidad en China es la principal razón de la caída.

El mayor emisor mundial de GEI recibió un recordatorio de los retos medioambientales que enfrenta durante la COP21, cuando su capital, Beijing, emitió su primera alerta roja por la contaminación a causa de una espesa nube de residuos.

Ahora, la segunda economía más grande del mundo ha asumido un papel de liderazgo en la reducción de las emisiones de GEI con inversión en energía solar, eólica e hidráulica. Y quiere reducir entre 60% y 65% su “intensidad carbono” (emisiones de CO2 respecto al crecimiento) en 2030 respecto a 2005. (I)

Es cierto que el acuerdo no es perfecto y debemos realizar algunas mejoras. No obstante, esto no nos impide realizar avances históricos”.Xie Zhenhua, Jefe de Negociación de China