Ángel Sarzosa, ahora almirante en servicio pasivo, dejó la Armada en junio del 2016, luego de 37 años de servicio, por decisión del presidente Rafael Correa. Nueve meses después accede a una entrevista y cuenta por qué fue obligado a salir de la institución, y hace una recomendación al nuevo mandatario, para mejorar la relación entre el Ejecutivo y las Fuerzas Armadas.

¿Por qué salió de la Armada?

Me constituí en una piedra en el zapato del ministro de Defensa (Ricardo Patiño) en la tendencia que había de cambiar la doctrina de las Fuerzas Armadas, cuando sabemos que tenemos unas Fuerzas Armadas profesionales. Me constituí en una piedra en el zapato, por decir las cosas frontalmente.

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¿En qué momento se quebró la relación entre el Gobierno y las Fuerzas Armadas?

Fue una planificación del Gobierno que debía cumplirse en su oportunidad, para iniciar con el proceso de destrucción de las Fuerzas Armadas.

¿Cómo han afectado los cambios en la cúpula?

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Tuvimos la salida de casi 30 generales y almirantes que han tenido una carrera de 30 y 40 años de servicio. Esa permanencia le da la experiencia para conducir a las Fuerzas Armadas. El Ejecutivo tiene la potestad de elegir de una terna el comandante. Actualmente se hicieron artimañas para llegar más abajo de lo que le da la terna que son cosas que se pueden hacer, pero va descabezándose al mando militar, y eso crea problemas a la institución. Espero que con el cambio de timón las Fuerzas Armadas vuelvan a la tranquilidad y cordialidad.

¿Cuál es el perfil que debe aspirar el próximo ministro de Defensa?

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Las Fuerzas Armadas son parte del Estado, no hay pecado en que un miembro de la institución sea la relación directa con el ente político. Una de las recomendaciones al nuevo mandatario es que se designe a un militar en servicio pasivo. Los diez años nos lo han demostrado.

¿Qué acciones debe tomar el próximo Gobierno en las Fuerzas Armadas?

Restablecer la institucionalidad y fortalecer la capacidad operativa porque estamos disminuidos. Las Fuerzas Armadas se deben al Estado, no al Gobierno. (I)