Alexandra Castañeda, Yadira Chávez y Daniela Carranza, del grupo Riobamba; Jéssica Talahua, Érika Túquerez y Ana Yanchaliquín, del Ambato, fueron las triunfadoras de la última corrida de toros populares que el martes en la tarde se dedicó solo para mujeres al final de las fiestas en la comunidad de San Pablo, parroquia Santa Rosa.

Los mejores capotazos, muletazos y en la suerte de banderillas fue lo que el jurado calificó para determinar a las ganadoras en la corrida, en la que participaron siete grupos con tres integrantes cada uno.

Como en años anteriores la plaza estuvo copada. La gente disfrutó de la faena, en la que hubo cornadas, revolcones e incluso mujeres que abandonaron la muleta para correr antes de enfrentarse al astado (animal que tiene cuernos).

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“En San Pablo es una tradición de hace años en donde las mujeres demostramos que no le tenemos miedo al ganado de lidia, es una fiesta popular que es parte de la cultura de este pueblo”, manifestó Castañeda.

Túquerez expresó que cada vez es mayor la presencia de las mujeres en los toros de pueblo que cierran las fiestas en homenaje a San Pablo. “Algunas vienen por la afición a las corridas taurinas, pero otras como en mi caso también por la devoción que le tengo al patrono de la comunidad”, añadió.

Muchas se lanzan al ruedo por primera vez, dicen que sienten temor por enfrentarse al ganado de lidia, pero antes de entrar a la faena se encomiendan a San Pablo. “Desde cuando era pequeña vengo a ver las corridas, por esa razón me gustan mucho, el miedo que siento desaparece por la emoción que tengo”, aseguró Johanna Punina, oriunda de Santa Rosa que en esta ocasión decidió torear.

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Adriana Panimboza, de Tisaleo, confesó que antes de ir a torear por primera vez en San Pablo tuvo algunos repasos porque quiere evitar que el ganado la lastime.

Ricardo Araujo, coordinador de las corridas en San Pablo, informó que hace más de una década se decidió que en los toros de pueblo que se realizan por las fiestas en honor al patrono de la comunidad participen también las mujeres.

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Al comienzo fueron dos o tres las damas que se entusiasmaban por ingresar a la plaza para participar en medio de las faenas en las que intervenían exclusivamente los hombres, pero que con el pasar de los años se incrementó el número y se resolvió programar el último día solo para las mujeres. (I)