El del pasado fin de semana es considerado el naufragio más mortífero en el Mediterráneo en lo que va de 2018. Un viejo barco sobrecargado con 180 inmigrantes que intentaban cruzar el mar y llegar a Europa se hundió frente a las costas de Túnez, 112 perdieron la vida.

Milagro fue llamado días antes un bebé nacido en medio de un rescate a un grupo de 70 inmigrantes en un bote inflable en el Mediterráneo que había partido desde Libia. Más de 1.800 fueron salvados en otros rescates la semana pasada.

En lo que va de 2018, 785 personas murieron en el Mediterráneo, 33.192 lograron llegar a costas europeas, la mayoría a Italia, España y Grecia.

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El goteo de inmigrantes, la mayoría jóvenes y familias con niños que en su huida desesperada de la guerra o la violencia arriesgan hasta sus vidas para llegar a Europa, no cesa y el buen tiempo alienta al cruce, pero las puertas cada vez se cierran en los países europeos que adoptan leyes más duras.

Italia, con la llegada al poder de un gobierno de extrema derecha, anunció medidas para frenar el ingreso de inmigrantes y a los que ya están en el país les advirtió que preparen maletas. El nuevo gobierno prometió en campaña la expulsión de 500.000 inmigrantes.

El pasado martes, los gobiernos europeos seguían divididos sobre cómo reformar las normas de la Unión Europea para manejar la llegada de refugiados y migrantes. Más de un millón de personas, la mayoría sirios que huían de la guerra, entraron en Europa en 2015, una crisis migratoria que alcanzó proporciones inéditas en décadas, abrumando a las autoridades de Grecia e Italia y tomando por sorpresa a Alemania, que acogió a cientos de miles de refugiados.

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Su llegada tensó las relaciones entre los vecinos de la UE y alimentó el rechazo antiinmigrante, especialmente en el centro y oriente de Europa.

El gobierno francés de Emmanuel Macron también anunció medidas que incluyen expulsiones. En seis meses aumentó el 17% de las deportaciones de indocumentados.

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El pasado lunes fueron expulsados unos 500 migrantes, en su mayoría afganos, de un campamento improvisado en París y fueron transportados a refugios para que presenten sus solicitudes de asilo. En los últimos tres años han sido expulsados unos 28.000 migrantes de distintos asentamientos, pero el flujo migratorio no cesa.

Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), casi 14.000 personas han muerto o desaparecido en los últimos cuatro años.

La agencia de coordinación policial Europol indicó en enero de 2016 que más de 10.000 migrantes menores no acompañados habían desaparecido en Europa.

Flujo a Estados Unidos no cesa

La llegada de Donald Trump al poder en EE.UU. con una dura política antiinmigrante, con la construcción de un muro fronterizo o masivas deportaciones, no ha frenado el éxodo.

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En los últimos meses de 2018, las cifras de inmigrantes, entre ellos familias y niños no acompañados, que han sido detenidos en la frontera se han triplicado, incluso cuadriplicado, en comparación con cantidades del mismo periodo de 2017, según la Patrulla Fronteriza.

Activistas han cuestionado las medidas y la ONU pidió al gobierno de Trump que “detenga de inmediato” su política de separar a niños inmigrantes de sus padres. (I)