860 periodistas fueron detenidos en 30 años, tras la revolución

Con la llegada al poder del ayatolá Ruholá Jomeini un día como hoy hace 40 años Irán celebra el 40º aniversario de su Revolución islámica.

Cuatro décadas después, la nación de 81 millones de habitantes es el gran rival chiita de Arabia Saudita, un país sunita, y un actor pesado en Medio Oriente. Tras acabar con la dinastía Pahlevi que ponía fin a 2.500 años de monarquía en Persia, la revolución se ha mantenido con mano dura.

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En enero de 1978 empezaron las manifestaciones hostiles contra el monarca Mohamad Reza Pahlevi. En la segunda mitad del año la protesta se amplificó, hasta que el 16 de enero de 1979 el sah huyó y el 1 de febrero, el líder religioso Jomeini regresó a Teherán desde Francia tras quince años en el exilio y asumió el control del país.

Hoy la República islámica, miembro fundador de la OPEP, dispone de las segundas mayores reservas mundiales de gas y las cuartas de petróleo. Pero la economía sigue estando marcada por la fuerte inflación y el desempleo. El restablecimiento de las sanciones estadounidenses contra los sectores petrolero y financiero agravaron la situación del país, cuya moneda, el rial, se hundió.

Las sanciones de Occidente son una constante desde la toma de la embajada estadounidense y la retención de rehenes durante 444 días.

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Reinó un cierto optimismo en el 2015 tras la firma del acuerdo nuclear, por el cual Irán se comprometía a reducir el enriquecimiento de uranio a cambio de que se levantasen las sanciones. Pero esa esperanza se diluyó ahora que Donald Trump se retiró del acuerdo en protesta por el creciente papel de Irán en la región y su programa de misiles balísticos.

Según el FMI, su economía entró en recesión en 2018 y su PIB caerá un 3,6% en 2019. Sin embargo, eso no ha impedido que sea un actor relevante en su región al apoyar al régimen sirio y las organizaciones consideradas terroristas como Hamás –de Gaza– y Hezbollá –de Líbano–, además de amenazar a Israel y a Arabia Saudita.

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Más de la mitad de la población tienen menos de 35 años y todos lidian con el legado del alzamiento, especialmente ahora que el país enfrenta nuevamente sanciones económicas de EE.UU.

“Teníamos reclamos justos, pero la revolución no logró plasmar sus objetivos”, lamenta Farzad Farahani, estudiante universitaria de 22 años.

Hoy casi todos los iraníes pueden leer, comparado con el 47% de 1976. El porcentaje de gente que va a la universidad es alto. Pero al menos una de cada cuatro personas no halla trabajo. Según el FMI, el desempleo en general es del 11%. Quienes consiguen empleo, generalmente toman posiciones inferiores a las de sus aptitudes y abundan las personas con doctorados que manejan taxis.

Otro resultado que dejó la revolución y que se mantiene son sus leyes de control con carga religiosa, como la de obligatoriedad del velo islámico para las mujeres o que cualquier candidato tenga que ser aprobado por el consejo de guardianes.

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Los periodistas han sido otro grupo afectado. Al menos 860 fueron detenidos por el régimen iraní, y cuatro de ellos ejecutados, en los 30 años que siguieron a la revolución, según Reporteros Sin Fronteras.

Pese a ello, las autoridades celebran la fecha con la participación de sus líderes: el presidente Hasan Rohani y el líder supremo que relevó a Jomeini, Alí Jamenei. (I)