Para el presidente del directorio de la Asociación Nacional de Cultivadores de Palma Aceitera (Ancupa), Carlos Chávez, el sector tiene opciones, más allá de que a su juicio la enfermedad de la pudrición del cogollo (PC) no tiene solución.  

Señala que existen variedades que son tolerantes a la PC. En el Centro de Investigaciones de Palma Aceitera (Cipal), en La Concordia (Santo Domingo), hay cuatro variedades híbridas. El coordinador técnico de Ancupa, Rafael Chiriboga, destaca sus cualidades y muestra que en medio de ellas se han sembrado productos como maracuyá que permitirán ingresos hasta que la palma empiece a producir, en 3 años.

Los palmicultores tienen claro que las variedades de híbridas requieren más trabajo e inversión. Además deben  erradicar las plantas muertas siguiendo los protocolos para evitar la presencia de picudo negro (Rhynchophorus palmarum), otra plaga. 

Publicidad

Ancupa cree que se puede seguir siendo palmicultor y como gremio, dice Chávez, además de las investigaciones se preocupa de todo el entorno: facilidades de crédito, precios adecuados y “sobre todo que el Estado se vuelva amigable, ayudándonos en la parte ambiental, en transferencia de tecnología y haciendo que la parte gremial funcione”. Tiene un proyecto para comprar la fruta al productor, alquilar el servicio de extracción de aceite crudo, llevarlo a refinamiento, comercializar localmente el producto terminado y exportar. 

Cuestiona los actuales intereses crediticios y refiere el precio  como uno de los grandes problemas. El valor de la fruta de palma se rige por costos internacionales que “están muy bajos”. Sugiere establecer un precio nacional de acuerdo a los valores del aceite comestible que son estables localmente.

Chávez reconoce una apertura en el Ministerio de Agricultura, mientras que el alcalde de Quinindé, Carlos Barcia, propone conformar una mancomunidad: alcaldes, Prefectura y Gobierno  para impulsar al agro como política de Estado. (I)