Esta historia a son de marimba se inicia cuando Saúl Torres Mosquera en 1985 desde Esmeraldas llega a Guayaquil. “Yo ya nací con la música por mi ADN, mi papá también fue músico y en mi juventud participé en grupos de danza y música”, lo cuenta en la Universidad de las Artes (UArtes).

Allí dirige el taller de Construcción y ejecución de instrumentos ancestrales. Comenzó con diez alumnos y actualmente son ochenta y siete a los que enseña a construir marimbas, bombos, cununos y guasás. También imparte Fusión de instrumentos ancestrales. Por si fuera poco dirige los grupos Ensamble de percusión latina: merengue, cumbia y afro, Ensamble de percusión afroecuatoriana y el Ensamble de la UArtes.

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Reconoce como sus maestros a los esmeraldeños Alberto Castillo Palma, quien le enseñó a construir y afinar la marimba. No olvida tampoco a Miguel Castillo y Mario Rojas.

“Yo no era un bailarín, sino que me volví músico, fue cuando me dediqué a construir los instrumentos”. Su deseo ha sido transmitir este saber. “La música afro no es solo para los negros, es para todo tipo de personas”, asevera.

Ahora, a sus 58 años, recuerda que en Esmeraldas fue parte de varias agrupaciones salseras: durante diez años Los Chigualeros, y después por ocho años dirigió América Negra, integrada por músicos colombianos y ecuatorianos.

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Su amor por la música es una herencia, su padre tocaba el clarinete. “Cuando comencé también interpretaba el clarinete al oído. Ahora lo hago con partituras porque hay que hacerlo de esa manera”, asevera.

Cuando se graduó de bachiller formó parte de grupos folclóricos de música andina, pero si le daban chance tocaba la marimba, para entonces ya interpretaba la quena, la zampoña, el rondador. “Todas esas antiguas prácticas musicales las estoy enseñando aquí”, dice.

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Estudiosos de la música aseguran que la marimba es el piano de la selva, Saúl Torres está de acuerdo, aunque su padre primero le enseñó a tocar el clarinete.

“La principal madera de la marimba es la chonta o el pambil, son las que dan el sonido. Los canutos de caña guadúa sirven de caja de resonancia. En los filos, para que la chonta no chille, le ponemos la damajuana, madera que la venden los cayapas”, comenta.

Aparte de la caña, dice, se utilizan tiras de nailon o cabuya para temblar. Él aclara que no puede ser cualquier tira para evitar andar armando y desarmando la marimba, además para darle buen sonido. Los tacos para tocar la marimba se cubren con caucho natural, antes se los cubría con brea.

A la marimba la acompañan los bombos, que se hacen con cuero de venado para tocarlo y el cuero de tatabra o saíno que sirven de resonancia, ese va con la madera hueca. Se lo templa con cabo para el buen sonido.

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Explica que la afinación de la marimba es compleja. “Al cununo le ponemos un aro de bejuco y encima otro con cabuya y en el lado de abajo, otro de guayacán para poder templarlo con un martillo hasta que el sonido suene adecuadamente, así queda listo”, indica.

Siempre cuando se ejecuta una pieza musical afro se utilizan dos bombos, un cununo hembra y un cununo macho. “El bombo macho es el que replica y el bombo hembra es el que apaga. Y así mismo con los cununos. Es un juego musical entretenido y tiene que ser cronometrado para que suene bien”, explica Torres.

Actualmente el grupo marimbero de la UArtes frecuenta en el sector de Nigeria, la cooperativa Independencia Dos, y su objetivo es que no se pierdan las tradiciones afros como los arrullos. (I)

 

"Siempre he querido compartir esta enseñanza tradicional a todo tipo de personas porque la música afro no es solo para los negros, la música es universal”.

Saúl Torres,intérprete de la marimba