El papa Francisco viajó ayer a Hiroshima y Nagasaki para pedir a las potencias mundiales que renuncien a sus arsenales nucleares, declarando que el uso y posesión de bombas atómicas es un crimen ‘inmoral’ y un desperdicio peligroso.

De pie ante los sobrevivientes de los bombardeos atómicos estadounidenses de 1945, Francisco denunció la erosión constante de los acuerdos de control de armas y rechazó la doctrina de disuasión de la era de la Guerra Fría que fue avalada por la Iglesia católica durante casi tres décadas.

Bajo la lluvia de Nagasaki y la oscuridad silenciosa de Hiroshima, el pontífice instó a los líderes políticos a aceptar que la verdadera paz y la seguridad internacional no pueden construirse sobre un clima de desconfianza, sino más bien sobre uno solidario.

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“El uso de la energía atómica para fines bélicos es inmoral”, declaró el papa durante una oración nocturna en el monumento a la paz de Hiroshima. Agregando: “Como lo es la posesión de armas atómicas”. “Seremos juzgados por todo esto”, advirtió.

La Santa Sede ratificó el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares en el 2017. Pero hace dos años, en un simposio en el Vaticano, Francisco ya había condenado la ‘posesión’ de armas nucleares y la ‘amenaza de su uso’, ya que para él las relaciones internacionales no pueden estar dominadas por la intimidación militar.

Francisco visitó Hiroshima y Nagasaki durante la primera jornada de un viaje de tres días a Japón para  enfatizar su llamado a una prohibición global de las armas atómicas. 

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Nagasaki era el lugar perfecto para comenzar, el sitio de nacimiento del cristianismo en Japón, donde Francisco podía honrar a inocentes muertos en la guerra, así como a misioneros y mártires cristianos asesinados por su fe.

El ambiente allí era sombrío, oscurecido por el aguacero que empapaba los campos en terrazas y los arrozales y los cientos de japoneses que salieron en impermeables. La escena fue igualmente moderada en Hiroshima, donde hubo un breve aplauso  cuando llegó el papa. 

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Después de que un gong señaló un momento de silencio y el pontífice encendió una vela de paz, dos sobrevivientes ofrecieron  su testimonio sobre la bomba atómica. (I)