Corría el mes de junio de 1993 cuando Nina Gualinga nació. 27 años después, escribió una carta: “Hace casi dos años, después de años de maltrato, de haber sido amenazada con una escopeta en la cabeza, de haber sufrido una fractura en la espalda por una patada, con las rodillas todavía sangrando, agarré a mi hijo y decidí irme. No podía más”.