Decenas de personas siguen desaparecidas en Beirut tras las explosiones que causaron al menos 137 muertos y 5000 heridos en la devastada capital libanesa, donde el presidente francés Emmanuel Macron pidió este jueves al gobierno "reformas indispensables" y un "nuevo pacto político" para evitar el "hundimiento" del país.

Las explosiones, provocadas según las autoridades por un incendio en un depósito del puerto donde se guardaban grandes cantidades de nitrato de amonio, también dejaron unas 300 000 personas sin casa, en un país en quiebra económica donde más de la mitad de los habitantes ya vivía en la pobreza.

"Líbano no está solo", escribió Macron en Twitter a su llegada al aeropuerto de Beirut, donde fue recibido por el presidente libanés Michel Aoun. Más tarde dijo a la prensa que Francia quiere "reformas indispensables para el país". "Si estas reformas no se hacen Líbano continuará hundiéndose".

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Macron, el primer jefe de Estado que visita Líbano tras las explosiones, se dirigió primero al puerto y luego al barrio de Gemmayze, devastado por la tragedia y donde enfrentó a una multitud enojada con la clase política, que apenas ha cambiado desde el final de la guerra civil (1975-1990), y a la que acusa de corrupción y negligencia.

"El pueblo quiere que caiga el régimen", coreaban los habitantes. El presidente francés respondió que iba a proponer "un nuevo pacto político" y pedir a sus interlocutores, entre ellos principales responsables libaneses, "cambiar el sistema, terminar con las división y luchar contra la corrupción"

Macron dijo que Francia, que ejerció un mandato sobre Líbano desde la década de 1920 hasta el final de la Segunda Guerra Mundial y conserva lazos profundos con el país, quiere "organizar la cooperación europea y más ampliamente la ayuda internacional", mientras la diáspora libanesa ya empezó a movilizare.

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Varios países ya han enviado socorristas y material para hacer frente a la emergencia después de la doble explosión. La Unión Europea anunció una ayuda de emergencia por 33 millones de euros (unos 40 millones de dólares).

Solidaridad y búsqueda de desaparecidos

Las autoridades no pusieron en marcha ningún dispositivo para albergar a las personas sin domicilio pero los libaneses salieron a las calles para limpiar los escombros o acoger a las personas sin hogar, en un gran movimiento de solidaridad.

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La explosión alimentó la cólera de los libaneses que salieron a las calles desde octubre de 2019 para protestar contra los políticos, acusados de corrupción e incompetencia.

Las enormes deflagraciones fueron provocadas por un incendio en un almacén que contenía 2750 toneladas de nitrato de amonio desde hace seis años, "sin medidas de precaución", según las autoridades.

Prácticamente destruyeron el puerto y devastaron barrios enteros de Beirut, haciendo añicos los cristales de las ventanas a varios kilómetros a la redonda.

Según fuentes de seguridad, las autoridades del puerto, los servicios de aduanas y los servicios de seguridad estaban todos al corriente de que había material químico peligroso en el puerto pero se acusaban mutuamente de ser responsables.

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Esta tragedia se ceba con un país sumido desde hace meses en una crisis económica gravísima, con una inédita depreciación de la moneda, hiperinflación, despidos masivos y drásticas restricciones bancarias.

Sus efectos se han visto agravados aún más por la pandemia de coronavirus, que ha obligado en los últimos meses a las autoridades a confinar a la población durante más de tres meses.

Varias ciudades del país se han ofrecido a acoger a familias que se hayan quedado sin vivienda. El patriarcado católico maronita ha anunciado por su parte que abrirá los monasterios y las escuelas religiosas. (I)