El nacionalista y pragmático Shinzo Abe, de 65 años, había batido recientemente el récord absoluto de longevidad como primer ministro de Japón tras superar numerosos escándalos, pero ahora se prepara a arrojar la toalla por razones de salud y cinco políticos podrían ser sus sucesores.

Abe, en el cargo de manera ininterrumpida desde 2012, anunció este viernes que dimitirá al sufrir de nuevo colitis ulcerativa, una enfermedad intestinal inflamatoria crónica.

Tras un paso fallido por el poder en 2006-2007, acortado por una serie de escándalos y por dicha enfermedad del intestino, Abe volvió a la jefatura de gobierno como un salvador en diciembre de 2012. Cerraba así el periodo en el que el centroizquierda ocupó el ejecutivo, entre 2009 y 2012, marcado por los luctuosos sismo y tsunami de marzo de 2011, que originó la catástrofe nuclear de Fukushima.

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Abe se hizo conocer en el extranjero por su estrategia de reactivación económica, conocida como los "abenomics", lanzada a partir de 2012, en la que mezclaba flexibilización monetaria, masiva reactivación presupuestaria y reformas estructurales.

Sin embargo, a falta de reformas realmente ambiciosas, este programa solo ha tenido éxitos parciales, ahora claramente eclipsados por la crisis económica causada por la pandemia del coronavirus.

Como "populista", Shinzo Abe no ha acometido reformas necesariamente "dolorosas", lo cual explica su longevidad en el poder, estima Masamichi Adachi, economista de UBS.

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Familia de políticos

Abe ha estado preparado desde muy joven para ejercer el poder, marcado por la historia familiar de dos generaciones de dirigentes políticos antes que él.

La gran ambición de Abe era revisar la Constitución pacifista japonesa de 1947, escrita durante la ocupación de Estados Unidos tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, y jamás enmendada desde entonces.

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Como Abe ha construido su reputación sobre su firmeza ante Corea del Norte, deseaba que se admitiera constitucionalmente la existencia de un ejército nacional en lugar de las actuales "Fuerzas de autodefensa" japonesas. Y ello pese a que la Constitución estipula que Japón renuncia para siempre a la guerra.

Este conservador explicó que quiere un Japón capaz de defenderse militarmente sin arrastrar indefinidamente la carga del arrepentimiento frente a China y Corea del Sur, dos países que estuvieron ocupados por tropas niponas.

En todo caso, bajo Abe, las relaciones de Japón con Corea del Sur se han degradado considerablemente en los dos últimos años, mientras que las de China han mejorado.

Por otra parte, Abe se ha adaptado a cada cambio de presidente estadounidense. Fue el primer dirigente en precipitarse a Nueva York para entrevistarse con Donald Trump, inmediatamente después de su elección a la presidencia en Estados Unidos, y comparte con él su pasión por el golf.

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Al mismo tiempo, Abe ha intentado no ofender al presidente ruso Vladimir Putin, con el que le gustaría resolver el diferendo de las islas Kuriles (llamadas "Territorios del norte" por los japoneses), anexionados por la extinta Unión Soviética tras la Segunda Guerra Mundial, y jamás restituidas a Japón.

Mirar a otro lado

Abe, a menudo salpicado por escándalos que afectan a su entorno, ha sabido aprovechar acontecimientos externos - disparos de misiles norcoreanos, catástrofes naturales - para desviar la atención y presentarse como jefe indispensable ante la adversidad.

También se ha beneficiado de la falta de un rival de envergadura en el seno de su partido, el PLD, y de la fragilidad de la oposición, aún no recuperada de su desastroso paso por el poder entre 2009 y 2012.

La popularidad de Abe ha declinado, sin embargo, desde el inicio de la pandemia del coronavirus, ya que su acción fue considerada demasiado lenta y confusa.

También Abe se aferró a la esperanza de mantener los Juegos Olímpicos de Tokio en el verano boreal de 2020, que iban a ser el punto álgido de su mandato. Finalmente fueron postergados un año a causa de la pandemia, y su celebración sigue siendo incierta.

Posibles sucesores

Tras el anuncio de dimisión del primer ministro japonés, empiezan las especulaciones en torno a su sucesor, pero de momento ningún nombre se impone, pero hay cinco principales candidatos.

Taro Aso, de 79 años, acumula desde 2012 las funciones de ministro de Finanzas y vice primer ministro.

Muy cercano a Abe, este aficionado a los mangas que cuida con esmero su apariencia, ocupó el cargo de primer ministro en 2008-2009, hasta el fracaso histórico de su Partido Liberal-Demócrata (PLD).

Este veterano, procedente de una rica familia de industriales y políticos, ambiciona desde hace tiempo volver al cargo.

Su carrera política, sin embargo, está plagada de sonados errores. En 2013, instó a las personas enfermas en fase terminal a morir "rápidamente" para reducir los gastos sanitarios. Unos meses más tarde, sugirió que Japón podría "inspirarse" de la Alemania nazi para reformar su Constitución.

Yoshihide Suga tuvo un papel importante en el regreso al poder de Abe, tras el fracaso de su primer mandato como primer ministro en 2006-2007.

Abe lo recompensó nombrándolo en 2012 secretario general del gobierno, un puesto estratégico desde donde coordina las acciones de los ministerios y del partido en el poder y consulta a los gobiernos regionales.

Con 71 años, Suga, portavoz del gobierno, es el rostro del gabinete, ya que se expresa todos los días ante la prensa.

Este hijo de agricultores tuvo que financiarse él mismo sus estudios. Estos orígenes humildes contrastan con los de la mayoría de miembros del PLD, que vienen de grandes familias de políticos.

El exministro de Defensa Shigeru Ishiba está muy apegado al ejército y a las tecnologías militares. También es un admirador de la música pop japonesa de los años 1970.

Este exbanquero de 63 años es considerado como un orador carismático y un hombre con experiencia: con 29 años, logró ser diputado y mantiene su escaño desde entonces.

Como Abe, Ishiba defiende reforzar el lugar de las Fuerzas de Autodefensa de Japón en la Constitución pacifista del país.

Para la opinión pública, Ishiba es un buen candidato a la sucesión de Abe. Pero no goza de unanimidad entre los diputados del PLD, sobre todo porque dejó el partido en una ocasión.

En 2018, en la elección del presidente del partido, sufrió una severa derrota frente a Abe.

Con 57 años, el ministro de Defensa Taro Kono, otrora considerado como un reformista ambicioso e independiente, se plegó al gobierno al hacerse cargo de puestos estratégicos en el gabinete de Abe.

Por ello, últimamente ha evitado recordar su oposición al tema nuclear, una energía defendida por el gobierno.

Formado en la prestigiosa universidad estadounidense de Georgetown, Kono también fue ministro de Relaciones Exteriores de 2017 a 2019. (I)