El destino de Federiko era incierto. Él y sus cinco hermanos habían nacido hace pocos días cerca de una quebrada, en la parroquia Puengasí, en el suroriente de Quito. Sin embargo, otros eran los planes destinados para el cachorro mestizo.

El cachorro es de color moro, sus ojos azabaches que brillan como cristales, están encerrados en dos grandes manchas negras y separados por una franja blanca, equilibrando el tamaño de su cara en tres partes iguales, dos manchas negras en sus ojos y una blanca en su hocico.

Al final de la tarde del 11 de agosto, Luis Sánchez, operador de la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales de Quitumbe, acudió con su familia al parque para distraerse un poco. Mientras disfrutaban de unos helados, seis cachorros, bajo el amparo de su madre, correteaban por el parque. "Pregunté a los vecinos y dijeron que esa perrita parida estaba botada que, a veces, le daban de comer, otras, no. A veces, está aquí, otras, no. Pero, que ha parido cerca de la quebrada. En la planta teníamos una perrita. Ella vino con las chicas en una gira técnica de una universidad y se quedó, no quiso irse, entonces, con mi jefe decidimos criarla. Se llamaba Popis", cuenta Luis.

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Veinte días antes de encontrar a Federiko, Popis falleció, dice Luis.

Con su jefa conversaron sobre la posibilidad de adoptar un cachorro, ella accedió, pero con la condición que sea un perro que llegue solo o que necesite un hogar.

La virtud de Luis Sánchez, no fue haberlo encontrado, en realidad, fue haberlo rescatado con claras intenciones de darle un hogar. Después de unos días, volvió al sitio donde lo encontró, pero, solo estaba su madre, los cinco cachorros ya no estaban. "No sé si morirían o alguien se los llevó", exclama Luis.

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Al morir el día, Federiko llegó a su hogar. Al día siguiente, decidieron llamarlo Kiko. "En la planta trabajamos unas 15 personas, todas aportamos con una cuota para comprar la comida, para el veterinario, para las vacunas y más necesidades, porque es parte de la planta, es parte de nosotros", explica Luis.

Ahora Kiko pasa en las oficinas y recorre la planta de tratamiento. Cuando recién llegó no podía subir las gradas, ahora sube y baja corriendo.

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El pequeño cachorro, por naturaleza, es juguetón y amigable y al formar parte del equipo de la planta, siempre esta acompañado, porque se trabaja en turnos de lunes a viernes, las 24 horas.

Luis recomienda adoptar un perro, no comprar. Aconseja darse la oportunidad de ser feliz y hacer feliz a una mascota a través de la adopción. Dice que es necesario porque, cada vez, hay más perros abandonados por sus dueños, sobreviviendo en malas condiciones.

La Unidad de Tratamiento de Aguas Residuales de la Empresa Pública Metropolitana de Agua Potable, desde el pasado 11 de agosto, cuenta con un nuevo miembro en sus filas, un cachorro mestizo llamado Kiko. En su tarjeta de identificación reza: Nombre: Federiko. Apellido: Quitumbe, Jefe Canino de Seguridad. (I)