El pasado 7 de septiembre, la vida de Kevin Kinard cambió inesperadamente, él se encontraba con unos amigos en el Parque Estatal Cráter de los Diamantes en Arkansas, cuando encontró lo que parecía un vidrio y decidió guardarlo sin imaginarse que se trataba de un diamante de 9,07 quilates, el segundo más grande de la historia del parque.