Los efectos de la pandemia del COVID-19 se siguen sintiendo en la economía global y del país, que se transmiten al comercio exterior que aún no ha podido recuperar el ritmo del 2019.

Según cifras de la Federación Ecuatoriana de Exportadores (Fedexpor), basadas en información del Banco Central del Ecuador (BCE), de enero a agosto se presenta un superávit en la balanza comercial total por $ 1.965 millones, $ 1.492 millones favorables en la petrolera y en la no petrolera también positiva con $ 473 millones.

Felipe Ribadeneira, presidente de Fedexpor, agrega que en relación con el 2019 las exportaciones bajaron el 14 %, aunque las no petroleras crecieron el 8 %, siendo este último el único rubro positivo, pero las petroleras cayeron el 46 %.

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Dentro de los productos tradicionales el banano y el camarón encabezan las exportaciones con más de $ 2.300 millones y $ 2.230 millones respectivamente, mientras que los enlatados de pescado ocupan el tercer puesto con más de $ 672 millones.

En tanto, las importaciones cayeron el 25 %, en petroleras el 39 % y en no petroleras el 22 %. Las maquinarias y aparatos mecánicos; y las maquinarias y aparatos eléctricos son los rubros que más decrecieron con el -26 % y el -24 % respectivamente, aunque la importación de los productos farmacéuticos creció el 13 %, debido a la emergencia sanitaria.

Volviendo al sector exportador, Ribadeneira resalta el desenvolvimiento de los envíos no petroleros, que según su análisis, han logrado sostener sus niveles de exportación debido a una mayor demanda alimentaria en el mundo durante esta pandemia que ha privilegiado el consumo de productos con mayores exigencias de inocuidad y bioseguridad.

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Añade que todos estos son distintivos de que la oferta exportadora ecuatoriana ha logrado posicionar como resultado del cumplimiento de los exigentes estándares de calidad en su producción. Sin embargo, existen sectores no tradicionales, especialmente manufactureros, cuyo sostenimiento depende de la reapertura en las actividades económicas de los mercados de destino.

Para Alberto Acosta Burneo, editor de Análisis Semanal, el superávit en la balanza comercial es un reflejo de la debilidad de la economía del país.

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"Todas las importaciones se contraen, las importaciones de consumo reflejan menor poder adquisitivo de los ciudadanos, las de materias primas reflejan una caída en la producción, la industria nacional requiere de materias primas para poder producir, si es que importa menos materias primas es porque la producción ha caído", explica Acosta.

Añade que la caída en las importaciones de bienes de capital reflejan un descenso en la inversión. "De manera generalizada se refleja una debilidad en la economía, tanto del lado productivo como en las importaciones de bienes de consumo por parte de las familias y ciudadanos", indica el experto, quien sin embargo, al igual que Ribadeneira, destaca la importancia de la diversificación de las exportaciones.

Esto, según Acosta, en el caso del banano, el camarón, la minería y otros; lo que ha generado que estos sectores hayan podido sostener los empleos e incluso seguir creciendo pese a la contracción de la economía y la destrucción de plazas de trabajo debido a la pandemia.

"Esa diversificación es importante para poder enfrentar este tipo de choques externos y ha sido una tabla de salvación al final del día dentro de las exportaciones generales", comenta el editor de Análisis Semanal, quien cree que pese a que este año cerrará con márgenes inferiores a los del 2019 en importaciones y exportaciones, estas podrían desacelerar su caída conforme se vaya recuperando la economía.

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Agrega que las importaciones podrían repuntar debido al reciente endeudamiento del Gobierno. A inicios de octubre el Fondo Monetario Internacional (FMI) aprobó un acuerdo de 27 meses en el marco del Servicio Ampliado (SAF) con Ecuador, por $ 6.500 millones. El financiamiento tiene un plazo de diez años (cuatro de gracia) y una tasa de interés del 2,9 %.

"Los nuevos fondos posibilitan que haya una mayor demanda de ciertos bienes, y los de producción nacional que requiere insumos importados y todo esto va a ayudar a que se recuperará al final del año en algo", proyecta Acosta.

Por su parte, Ribadeneira, señala que para aprovechar estas oportunidades y mitigar los riesgos de reducción de producción exportadora es necesario adecuar la regulación laboral, tributaria y de acceso financiero para que los sectores exportadores puedan competir y mejorar las perspectivas de incremento de negocios para el próximo año en este contexto de incertidumbre económica, de manera que el país pueda asegurar la mayor fuente de ingreso de divisas a través del rubro no petrolero. (I)