“Una pequeña inyección para un hombre y un paso importante para la salud de todos nosotros”, dijo el pasado 20 de diciembre el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, al convertirse en el primer israelí en recibir la vacuna contra el COVID-19 de Pfizer-BioNTech y haciendo alusión a la frase de Neil Armstrong en su llegada a la Luna en 1969.

Netanyahu explicó que su decisión de haber sido el primero en recibir la vacuna fue para dar un ejemplo al resto de la población. Además de él, un grupo de oficiales de Sanidad recibieron también la dosis.

Un día después, el 21 de diciembre, el presidente electo de EE. UU., Joe Biden, de 78 años, siguió el ejemplo de Netanyahu y frente a los medios recibió también su primera dosis de la misma vacuna.

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La inyección de Pfizer/BioNTech, el primero de los dos inmunizantes ya autorizados en Estados Unidos, le fue aplicada al futuro mandatario en un hospital de Newark, en el estado de Delaware.

Al momento de ser inoculado, Biden dijo a los estadounidenses que “no hay nada de qué preocuparse” cuando se vacunen e instó a todos a seguir usando mascarillas y a escuchar a los expertos.

Junto con Biden, la futura primera dama, Jill Biden, también recibió la primera dosis.

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No obstante, tres días antes, el líder republicano y actual vicepresidente de EE. UU., Mike Pence, fue el primero de los altos funcionarios de la Casa Blanca en recibir la dosis.

Pence alegó también que quiso demostrar a los estadounidenses que la vacuna de Pfizer y BioNTech es completamente segura y alentó a la población vacunarse y hacer todo lo posible para terminar con la pandemia, registró France 24.

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Además de Pence y Biden, Mitch McConnell, el presidente del Senado, y Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes, tenían previsto recibir la vacuna.

A esta lista se sumó el 29 de diciembre la vicepresidenta electa de Estados Unidos, Kamala Harris, quien recibió la vacuna en vivo por televisión e instó a la opinión pública a confiar en la inoculación.

A diferencia de los otros políticos estadounidenses, Harris recibió la primera de dos inyecciones de la vacuna fabricada por la firma estadounidense Moderna en el United Medical Center en Washington, ubicado en una zona de alta concentración de población afro.

La elección del hospital que hizo Harris trajo luz a la difícil situación de la afectada comunidad afro local. En todo el país, este grupo poblacional ha visto niveles desproporcionadamente altos de muertes y enfermedades relacionadas con la pandemia de COVID-19 y encuestas han indicado que se encuentran entre los más reacios a vacunarse.

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Kamala Harris, vicepresidenta electa de EE. UU., ya fue vacunada. AFP

Hasta el momento, Estados Unidos, el país más afectado por la pandemia en cuanto a contagios y muertos, está ejecutando la mayor campaña de vacunación en su historia.

Sin embargo, el presidente saliente, Donald Trump, quien fue hospitalizado en octubre tras contagiarse con el virus y dejará el cargo el 20 de enero, no se ha comprometido a vacunarse y ha seguido minimizando repetidamente a la enfermedad.

Ante el escepticismo que pueda existir en el país ante la vacunación, los expresidentes estadounidenses Barack Obama, George W. Bush y Bill Clinton también ofrecieron a vacunarse en público para dar ejemplo y tranquilizar a la gente, registró La Vanguardia.

En tanto, en Europa, donde las campañas de vacunación también iniciaron en los últimos días del 2020, se estableció que los primeros que deben vacunarse sean los mayores de 60 años y los trabajadores sanitarios. Al definir esto, muchos de los monarcas y miembros de la realeza europea están dentro.

Margarita II, la reina de Dinamarca, fue inoculada el 1 de enero. AFP

La reina Margarita II de Dinamarca, de 80 años, se convirtió el primer día del 2021 en la primera soberana europea en recibir una vacuna.

Está previsto también que en Reino Unido, la reina Isabel II, de 94 años, y Felipe, duque de Edimburgo, de 99, reciban pronto alguna de ellas. (I)