El cambio climático, los continuos efectos de la pandemia COVID-19, los conflictos y las crisis de costos de vida están golpeando con mayor dureza a los más vulnerables.

La alta magnitud y la naturaleza estructural de la desigualdad hacen que, en la actualidad, sea una urgencia abordarla. Ello constituye un riesgo sistemático que no solo amenaza a comunidades o empresas específicas, sino también a sociedades y economía en su conjunto. La desigualdad está socavando la confianza en nuestros sistemas políticos y económicos, dañando el tejido social, profundizando el malestar civil y político, intensificando los impactos de crisis como la de COVID-19 y el cambio climático, limitando el crecimiento económico y debilitando nuestra capacidad colectiva para abordar los complejos desafíos mundiales. Así, representa un riesgo empresarial importante y que va en aumento.

Afortunadamente las marcadas desigualdades de ingresos, riqueza y bienestar no son un hecho de la naturaleza, sino un producto de nuestros sistemas, el cual podemos cambiar. Reducirlo exigirá una acción concertada en todos los sectores de la sociedad y las empresas tienen un papel esencial que desempeñar.

Nuestro mundo actual se caracteriza por marcadas desigualdades de ingresos, riqueza y bienestar. Por ejemplo, el 10% de los que más ganan se lleva el 52% de salario total mundial, mientras que el 50% de los que menos cobran solo recibe el 8,5%. Entretanto, el 10% más rico de la población mundial posee más de las tres cuartas partes de toda la riqueza, mientras que el 50% más pobre posee el 2%. Esta distribución de la renta y riqueza está dejando a cientos de millones de personas luchando por satisfacer sus necesidades básicas.

Afortunadamente la desigualdad no es un hecho de la naturaleza, sino un producto de nuestros sistemas, el cual podemos cambiar. Reducir la desigualdad exigirá una acción concertada en todos los sectores de la sociedad y las empresas tienen un papel esencial que desempeñar.

La lucha contra la desigualdad constituye un argumento claro, convincente y fundamental para la acción empresarial. Se busca mitigar tanto el riesgo sistémico como el riesgo empresarial, y construir un mundo de oportunidades en el cual las empresas puedan prosperar a largo plazo.

Los cambios podrían permitir una serie de beneficios a nivel de empresas asociados a los esfuerzos por abordar la desigualdad. Entre ellas se incluyen garantizar la licencia para operar, atraer y retener a los mejores talentos, ganarse a los consumidores, adelantarse a los cambios políticos y normativos, e incluso proteger y mejorar el acceso al capital.

Por supuesto, las medidas para abordar la desigualdad conllevarán costos y beneficios. El cálculo de este es complejo y habrá compensaciones y ganancias especialmente a corto plazo. Sin embargo, el costo de la acción debe compararse con el costo de la inacción, el cual es probable que aumente considerablemente a medida que continúen surgiendo las consecuencias de la desigualdad.}

El papel de las empresas

La desigualdad que vemos hoy en día es un problema sistémico y, por lo tanto, requiere de una respuesta sistémica y multilateral. Los gobiernos desempeñarán un papel fundamental a la hora de impulsar esta agenda, pero otros grupos interesados, como las empresas, los inversores y la sociedad civil en general, también tendrán que hacer contribuciones vitales.

El 10% más rico de la población mundial posee más de las tres cuartas partes de toda la riqueza, mientras que el 50% más pobre posee el 2%.

Por su parte, las empresas proporcionan la mayor parte de los productos, servicios y empleos que la gente necesita para mantenerse a sí mismo y a sus familias en todo el mundo. En colaboración con los gobiernos, el sector privado ha impulsado la innovación, la creación de riqueza y el aumento del nivel de vida a lo largo de los siglos, mientras que las economías de mercado han aportado -y siguen aportando- importantes beneficios a enormes franjas de la población mundial. Sin embargo, en las últimas décadas, los beneficios y riesgos de la actividad empresarial se han vuelto cada vez más desiguales, y determinados modelos y prácticas empresariales han contribuido al aumento de las diferencias sociales y económicas. Ahora debemos aprovechar el poder de las economías de mercado para subsanar estas deficiencias y mejorar los resultados.

Una agenda para trabajar

El informe Combatir la desigualdad: Una agenda para la acción empresarial, de la Comisión Empresarial para la Lucha contra la Desigualdad (BCTI por sus siglas en inglés) proporciona a la comunidad empresarial mundial un argumento claro y convincente a favor de los esfuerzos para abordar la desigualdad.

Esta agenda incorpora seis amplias categorías de intervención por parte de las empresas. Su núcleo es el compromiso de respetar los Derechos Humanos de acuerdo con los Principios Rectores sobre las Empresas y los Derechos Humanos de la ONU.

La agenda también considera esfuerzos para asegurar un mejor acceso a productos y servicios esenciales para los más desfavorecidos en nuestras comunidades; crear y mantener puestos de trabajo junto a oportunidades económicas para todos; distribuir de manera equitativa el valor y el riesgo; y estimular a los gobiernos para que cumplan su rol de manera más eficaz. Finalmente, esta agenda para la acción empresarial frente a la desigualdad también engloba esfuerzos para combatir el cambio climático y la pérdida de biodiversidad, así como para mitigar su impacto en los grupos más vulnerables.

Dentro de estas seis categorías generales, se han identificado 10 acciones catalizadoras que las empresas pueden emprender y que las partes interesadas esperan cada vez más que emprendan para empezar a enfrentar la desigualdad. Cada una de ellas es una vía a través de la cual las empresas ejercen una influencia significativa sobre las oportunidades que tienen las personas y los resultados que experimentan.

Las empresas tienen a su disposición poderosas herramientas que pueden desplegar para crear y distribuir valor de forma más equitativa, derribando barreras estructurales, de comportamiento y ampliando las oportunidades para quienes más lo necesitan. Muchas empresas líderes ya están aprovechando estas herramientas para nivelar el terreno de juego. El llamado a la acción ahora es que todas las empresas las utilicen al máximo de su potencial para prevenir los riesgos que plantea la creciente inequidad y garantizar que la igualdad de oportunidades y los mejores resultados estén al alcance de todos.

Una de ellas consiste en Termómetro de DDHH ofrecido por CEMDES junto a Proactiva de Brasil para el acompañamiento al abordar esta agenda.

Una agenda para la acción empresarial

6 Categorias

Respetar los Derechos Humanos

Mejorar el acceso a productos y servicios esenciales

Crear empleo y oportunidades económicas para todos

Distribuir equitativamente el valor y el riesgo

Posibilitar la acción gubernamental

Acelerar la acción por el clima y la naturaleza

10 acciones

1: Aplicar los Principios Rectores de la ONU sobre empresas y Derechos Humanos.

2: Hacer más accesibles y asequibles los productos y servicios esenciales.

3: Crear un lugar de trabajo y una cadena de valor diversos, equitativos e inclusivos.

4: Preparar a las personas para el futuro del trabajo.

5: Proporcionar un trabajo seguro y suficiente.

6: Pagar y promover salarios e ingresos dignos.

7: Apoyar y respetar la representación de los trabajadores.

8: Apoyar una política pública eficaz.

9: Adoptar prácticas fiscales responsables.

10: Realizar la transición justa a una economía net-zero y positiva para la naturaleza.

¿Cómo Canalizar?

Adoptar políticas y prácticas que sitúen a la dignidad humana en el centro de la actividad empresarial.

Innovar y colaborar para garantizar que todas las personas tengan lo que necesitan para estar sanas y ser productivas.

Fomentar entornos de trabajo y mercados en los que todas las personas puedan participar, prosperar y alcanzar su pleno potencial.

Crear una mano de obra cualificada y capacitada para beneficiarse de los avances que están transformando el mundo laboral.

Garantizar que las condiciones laborales protejan y mejoren la salud y el bienestar físico, mental, social y económico de todos los trabajadores.

Erradicar los salarios de miseria y garantizar que todo el que trabaje gane lo suficiente para permitirse un novel de vida digno.

Dar a los trabajadores más capacidad para influir en la toma de decisiones de la empresa sobre las condiciones en las que trabajan.

Ayudar a los gobiernos a tomar medidas más contundentes contra la desigualdad.

Enfocar la fiscalidad como una parte esencial de la buena gobernanza y una inversión fundamental en las sociedades en las que operan las empresas.

Actuar en consonancia con la ciencia para hacer frente a la emergencia climática y restaurar la naturaleza, aprovechando al mismo tiempo estas transformaciones para impulsar la prosperidad compartida.