La alternativa de bajar aranceles a la importación de vehículos nuevos en Ecuador en busca de una negociación con Estados Unidos en el tema de los aranceles globales recíprocos que la nación norteamericana cobra a las importaciones desde el sábado pasado, y que en el caso de Ecuador es del 10 %, alerta a la industria nacional automotriz (empresas ensambladoras y autopartistas) y genera debate en el sector exportador.
David Molina, director ejecutivo de la Cámara de la Industria Automotriz Ecuatoriana (Cinae), calificó la propuesta de inviable sin que existan daños colaterales para el sector local. Tras mantener una reunión, el pasado martes 7 de abril, con el ministro de Economía y Finanzas, Luis Alberto Jaramillo, Molina confirmó que el Gobierno plantea reducir aranceles a los vehículos provenientes de los Estados Unidos o que tienen origen en Estados Unidos con el ánimo de dar señales que le permita negociar otros temas con EE. UU.
A esto se suma la sugerencia del sector importador, a través de la Asociación de Empresas Automotrices del Ecuador (Aeade), de aprovechar la coyuntura y realizar una reducción generalizada y que no solo incluya a EE. UU. A decir de Genaro Baldeón, presidente ejecutivo del gremio, cualquier reducción arancelaria no puede discriminar entre países, salvo que se realice en el marco de un acuerdo comercial. Por eso, indicó que la reducción de aranceles que necesita el Ecuador debe ser general para todos los orígenes y no podría estar dirigida únicamente a EE. UU.
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Ante este planteamiento, Molina indicó que la propuesta de los importadores “solo busca pescar a río revuelto. Ecuador es signatario de acuerdos comerciales y los aranceles deben reducirse a la luz de esos acuerdos, eso es respetar la seguridad jurídica del país, lo otro es violentarla, y eso no va con los principios empresariales”.
De acuerdo con Molina, existe una especie de contrato tácito entre el Estado y las industrias cuando el Gobierno firma un acuerdo comercial en el que se plantea una desgravación arancelaria, en este caso de los vehículos, en un plazo determinado, en el caso de China son quince años, en el de Corea del Sur son diez años y en el caso de Canadá, 7 años.
¿Por qué les da estos plazos? Porque el Gobierno y la industria acuerdan que en ese plazo hay que trabajar en materias de competitividad que les permita enfrentar el desafío de esas reducciones arancelarias.
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El vocero de la Cinae advirtió que reducir unilateralmente los aranceles aceleraría esos procesos de desgravación, poniendo en riesgo, por ejemplo, las inversiones por más de $ 90 millones que dos empresas ensambladoras anunciaron en Ecuador en los últimos meses.
¿Con los aranceles recíprocos en vigor cuál es la ventaja de tener un TLC con Estados Unidos?
Por otro lado, Felipe Ribadeneira, presidente de la Federación Ecuatoriana de Exportadores (Fedexpor), también citó los acuerdos comerciales suscritos por Ecuador con varios países en los que se establecen tarifas de desgravación y que complicaría concretar esta propuesta de bajar los aranceles solo a los vehículos provenientes de EE. UU. “Si bajas un arancel determinado a un país y no lo haces con el resto de países, los países con los cuales tienen suscritos acuerdos comerciales con tarifas de desgravación de cinco, diez o quince años te van a exigir lo mismo. El impacto tiene que analizarse de forma global, no solamente con el mercado norteamericano”, sugirió Ribadeneira en Ecuavisa.
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Según la Aeade, los vehículos importados desde EE. UU. pagan el pico más alto de arancel que tiene Ecuador para los vehículos, que es del 40 %.
Respecto de la propuesta inicial que maneja el Gobierno, Molina reveló que se plantea una reducción arancelaria de vehículos fabricados en Estados Unidos que no compitan con la industria local, lo que a primera vista busca no generar un impacto, y más bien puede generar una sensación adecuada de acercarse a los Estados Unidos sin perjudicar a la industria nacional.
Sin embargo, indicó que al analizar técnicamente la propuesta se empiezan a encontrar un conjunto de elementos que la vuelven inviable sin que exista daños colaterales. Un efecto es que al reducir los aranceles de los vehículos provenientes u originarios de Estados Unidos, la normativa internacional, tanto la Organización Mundial del Comercio (OMC) como el Acuerdo de Montevideo, determinan que se debe dar trato de nación más favorecida a todas las demás partes. ”En ese momento una medida que nacería para favorecer exclusivamente a Estados Unidos terminaría beneficiando a los otros países también”, dijo.
Otro efecto colateral es que si el Gobierno diseña una medida para favorecer a los Estados Unidos, lo lógico sería que solamente se reduzca el arancel de aquellos productos que son fabricados en los Estados Unidos, y no una apertura generalizada de productos que Estados Unidos no produce. En este sentido, según Molina, Estados Unidos no produce vehículos a diésel ni pequeños, sino que produce vehículos de 1000 cm³ de 1.500 o más, o no los produce en volumen para la exportación, porque esos tipos de vehículos (los pequeños y a diésel) son más pensados en el mercado de América Latina y se ensamblan en Brasil, Argentina, México o en su momento en Ecuador y Colombia cuando había plantas de General Motors.
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Por esto, reveló que solicitó al ministro Jaramillo que se incluya en esta medida solo a aquellos vehículos que son fabricados en los Estados Unidos.
“Medida podría terminar favoreciendo a China y no a EE. UU.”
Molina cree que si se baja el arancel al conjunto de partidas, incluidas aquellas donde se fabrica nacionalmente, es decir, donde hay ensamblaje nacional, el riesgo con los Estados Unidos es mínimo, porque no produce los vehículos que se ensamblan en el país y no compite en esa gama. Sin embargo, si es que los otros países piden cláusula de nación más favorecida podrán ingresar sin pagar los aranceles los vehículos chinos, principalmente, y con eso, según el titular de la Cinae, “destruirían toda la industria nacional”.
Aunque el ministro se comprometió a tomar en cuenta estas observaciones, Molina sugirió que es necesario que el Gobierno visualice estos elementos desde una perspectiva geopolítica para diseñar una medida eficaz, pues indicó que una estrategia que en el mediano plazo termine beneficiando a China y no a EE. UU. sería “un tiro al pie”. “Desde nuestro punto de vista no es una medida eficaz porque el problema para los Estados Unidos no son estos aranceles...“, finalizó. (I)