Entre enero y mayo pasado, 3.819 vehículos se reportaron como robados a nivel nacional, según las últimas cifras disponibles del Ministerio de Gobierno, las que muestran un alza en el promedio mensual que en lo que va del año se ubica en 763 vehículos; mientras que en el 2021, cuando se reportaron como robados 6.901 carros, el promedio llegó a 565 por mes.

Asimismo, en 2019 se contabilizaron 5.653 vehículos sustraídos, con un promedio mensual de 463, también menor al actual.

Son cifras alarmantes, no solo como indicativo del incremento de la delincuencia, sino también como una variable que pudiera impactar al mercado de seguros en el país, que mueve al año entre $ 1.400 y $ 1.600 millones, y cuyo segundo producto más demandado son los seguros de vehículos; todo ligado también a la situación del sector automotriz, que de enero a julio pasado vendió 77.000 unidades, 11.000 más que en el mismo periodo del 2021.

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A esto se suman los últimos sucesos relacionados con explosiones, como la ocurrida en el sector del Cristo del Consuelo en agosto pasado, que provocó cinco fallecidos.

¿Cómo puede impactar el auge delincuencial a los seguros? Eduardo Barquet, gerente general de Seguros Alianza, que cuenta con 21.000 clientes activos, principalmente de Cuenca, Guayaquil y Quito, explica que el impacto se da en la calificación que realizan las compañías reaseguradoras.

Estas reaseguradoras son entidades que, a través de un contrato de reaseguro, aceptan la cobertura de uno o varios riesgos previamente asumidos por las aseguradoras.

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Según Patricio Salas, secretario ejecutivo de la Federación Ecuatoriana de Empresas de Seguros (Fedeseg), el mercado está compuesto por 28 empresas de seguros y una de reaseguros. Señala que el seguro que más se demanda en el país es el de vida colectiva (28,7 %), seguido por el de vehículos (18,7 %) y luego el de incendio y aliadas (13 %).

“Efectivamente, lo que pasa en el Ecuador sí nos agrava (...), más que al cliente o el consumidor, al final de cuentas, les agrava a las compañías de seguros, porque las reaseguradoras nos califican de una manera diferente; y, si se habla de terrorismo, como se habla de este tema de la bomba en el Cristo del Consuelo, ya nos ven a nosotros como que estamos con problemas terroristas, y las condiciones que nos dan para los contratos de los seguros suben, nos castigan con tasas y con deducibles”, mencionó Barquet. Sin embargo, asegura que, cuando estas variables van al alza, en el caso de Alianza Seguros, desarrollan un mix para no transferir esa diferencia importante a sus clientes.

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“A nosotros nos cuesta. ¿Qué tenemos que hacer? Internamente bajamos nuestros costos administrativos o lo que sea para que, al final de cuentas, el resultado sea positivo y no perjudicar al cliente”, explica el directivo, quien agrega que el patrimonio capital con el que cuenta cada una de las aseguradoras que operan en el país también hace posible que se puedan realizar esas concesiones.

Barquet revela que las compañías de seguros en el Ecuador son las de mayor capital en el medio latinoamericano, porque para operar deben contar con $ 8 millones. “Todas las compañías tenemos $ 8 millones. Si no tienes $ 8 millones, te cierran la compañía”, afirma.

Añade que en Perú, que es cinco veces más grande que el Ecuador, el patrimonio capital para operar no llega a $ 2 millones; en Argentina es de $ 500.000, pese a que se trata de un mercado cinco o diez veces más grande que el de Ecuador. “Entonces, en cuestión de patrimonio, las compañías de seguros están bastante sólidas, y eso permite que podamos ser flexibles en el tema de las negociaciones”, sostiene el gerente general de Alianza Seguros.

No obstante, pese a la buena salud de las aseguradoras, la situación no deja de preocupar al sector. Salas reconoce que el nivel de inseguridad que sufre el país ha impactado negativamente en la siniestralidad de varios tipos de seguros, en proporciones distintas, siendo el más afectado el seguro de vehículos, cuya tasa de siniestros por robo, hurto y actos maliciosos de terceros se ha incrementado. “Por su importancia en la oferta de seguros, su impacto también es más relevante”, revela.

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Añade que la inseguridad es indicador del riesgo expuesto, sean personas o cosas, por lo que su incremento también hace elevar los precios de los seguros que cubren dichos riesgos.

“La calificación de riesgo de un país incide en el costo del dinero y sus efectos financieros. Ya se está apreciando un incremento en el costo de financiamiento, y eso va a impactar en los precios de bienes y servicios, que se trasladan al consumidor. Los niveles de inversión que se apuntalan con el crédito también tienden a reducirse, afectando el empleo”, sostiene Salas, quien advierte que este entorno puede afectar el ritmo de crecimiento en la venta de los seguros, aunque todavía el país no está en una situación alarmante en ese aspecto, pero indica que sí debe considerarse.

Respecto a si estas tendencias ya impactan en el costo de los seguros, Salas aclara que “no podría decirse que en el país ya se ha dado ese ajuste, pues siempre toma un tiempo el que se vean sus efectos en la magnitud suficiente para tomar acciones como esas. En todo caso, es algo que se podría esperar en el futuro”. (I)