El viernes pasado Eduardo (prefiere omitir su apellido) cumplió 13 meses trabajando desde casa. Es creador de contenidos y cambió el vaivén de la calle por un escritorio que utiliza como una improvisada oficina en su habitación y el Zoom, el Meet, Webex Meet, Teams y otras aplicaciones telemáticas.

Se siente agradecido porque no perdió su trabajo cuando muchos de sus compañeros fueron desvinculados por la crisis económica derivada de la pandemia del COVID-19. Sin embargo, piensa que hay muchas situaciones “injustas” que pueden mejorar en el teletrabajo.

“Desde la crisis ya no pagan horas extras y trabajo más de ocho horas al día; la empresa no se hace cargo ni siquiera de un proporcional de mi planilla del internet, ni de energía eléctrica, tampoco de la laptop que tuve que adquirir para poder trabajar desde casa”, se queja el teletrabajador, quien, sin embargo, suprimiendo gastos, ha podido cumplir con sus deudas.

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Íngrid (nombre protegido), una maestra de educación básica, es otra teletrabajadora que se queja de la “excesiva carga laboral” en esta modalidad.

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“En el trabajo presencial tenías tu horario de entrada y salida, y una vez que llegabas a tu hogar era a descansar o a hacer tus cosas particulares; ahora desde casa no existe esa diferenciación, trabajas a toda hora, no respetan tus libres”, lamenta la educadora, quien también perdió sus ingresos extras por clases particulares por la pandemia.

Los casos de Eduardo e Íngrid no son aislados. Son consecuencia de la falta o actualización de legislación y políticas de Estado que fomenten, regulen y favorezcan el teletrabajo, analizó el puertorriqueño Armando Peña , director en C2S Consulting Group con más de 15 años de experiencia y experto en transformación digital, productividad, tecnologías.

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Peña participó como invitado en el evento digital Edes Business School-UTPL, organizado por La Cámara de Comercio Ecuatoriano Americana (Amcham).

“Entendemos que las cargas laborales están lejos de reducirse ya que se ha podido ver que el trabajar de forma remota, fomenta la productividad, pero al mismo tiempo obliga a los gerentes de recursos humanos a proveer de herramientas de manejo de tiempo efectivo, bienestar personal, entre otras estrategias para fomentar la salud personal del empleado en tiempo de trabajo remoto”, indicó Peña, quien aseguró que este proceso de cambio todavía formará parte de la realidad empresarial al menos hasta finales del 2021 y que las empresas deben prepararse para “la segunda ola de la transformación digital”.

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Peña aseguró que en esta segunda ola la importancia la tienen las áreas de recursos humanos de las empresas, que debe fomentar cuatro pilares: crear entornos digitales empresariales que fomenten las comunicaciones entre empleados y el fortalecimiento de la cultura corporativa virtual; definir nuevo canales digitales para fomentar el bienestar y la productividad positiva de los empleados; fortalecer o crear entornos educativos a nivel corporativo que incentiven y recompensen la educación continua dentro la empresa; y establecer comunidades virtuales de autoservicio dentro la empresa que fomenten el desarrollo de nuevas áreas de negocios, nuevas ideas o nuevos procesos.

En tanto, cada vez más trabajadores se suman a esta modalidad a distancia. Según cifras del Ministerio del Trabajo, cortadas al 16 de abril, 164.036 trabajadores del sector privado realizan sus labores desde casa; mientras que del sector público son 286.401. Esto es 71.103 trabajadores más (46.259 privados y 24.844 públicos) que los registrados hace un año. En abril del año pasado 117.777 empleados del sector privado y 261.557 del público trabajaban de de manera remota.

Sin embargo, con el nuevo confinamiento, enfocado en los fines de semana, que rige para 16 provincias del país desde el 23 de abril pasado hasta el último fin de semana de mayo próximo, las cifras volvieron a crecer. En tan solo una semana 246 trabajadores del sector privado se sumaron a esta modalidad remota -ahora suman 164.282 teletrabajadores-, según el último corte del Ministerio del Trabajo, mientras que en el sector público se mantiene con 286.401.

Roberto Estrada, socio de Deloitte, experto y consultor en recursos humanos y comportamiento humano, sostiene que es posible que exista carga laboral en el teletrabajo debido a que ahora los trabajadores sienten que la oficina está dentro de sus computadores y estos habitan en sus hogares.

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“Sentimos la tentación de contestar mails, revisar informes o proyectos a cualquier hora y eso puede generar un desbalance en el equilibrio entre la vida personal y laboral”, analiza Estrada, quien agrega que en muchos casos la adaptación a nuevos horarios y otras tareas del hogar generaban varios frentes que se debían resolver simultáneamente, conduciendo a un adicional de horas de trabajo.

Anna María Carrozzini, experta en talento humano, cree que muy pocos a nivel mundial estaban preparados para afrontar el teletrabajo y no es solo la adaptación por parte de las empresas que debían contar con las herramientas tecnológicas y de conectividad necesarias, sino también de las personas que desde casa tenían que improvisar lugares de trabajo.

“Fue un momento de gran aprendizaje tanto para las organizaciones como para los colaboradores”, indica Carrozzini.

Sin embargo, coincide con Peña al asegurar que la falta de políticas o guías para saber cómo manejar el teletrabajo hizo que las personas que se sumaron a esta modalidad tuvieran en su mayoría de los casos una sobrecarga de trabajo.

“No tenían claro cómo manejar sus horarios, en qué momento podrían ausentarse, manejo de reuniones, atención de emergencias laborales, poco a poco esto se ha ido regularizando y tanto las empresas como los colaboradores han llegado a acuerdos que benefician a ambas partes”, analizó la experta, quien cree que en esta segunda ola lo ideal es que empresas y colaboradores establezcan adecuadas “reglas de juego”.

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Por su parte, Estrada señaló que se deben recoger las lecciones del pasado: respetar los horarios y no traspasarlos, perder el temor a la tecnología, mantener una comunicación fluida pese a la distancia física, que los líderes se mentalicen a que se debe trabajar mejor y no necesariamente más, que debe haber confianza con el equipo, que se replanteen los indicadores de desempeño y las metas.

Cree que la tendencia del futuro será la combinación del modelo de trabajo híbrido, es decir, una mezcla de presencialidad y trabajo remoto.

“Las personas son seres sociables, querrán tener contacto entre sí, pero también han descubierto los beneficios del teletrabajo y lo que implica en términos de compartir tiempo familiar sin descuidar las responsabilidades”, sostiene el socio de Deloitte.

Para Carrozzini, el teletrabajo marcó un cambio en muchas empresas, pero cree que su permanencia dependerá del giro de negocio.

“En otros países iban muy avanzados con el tema, pero en Ecuador nos tocó adaptarnos de golpe en la mayoría de los casos, es un camino que aún seguimos recorriendo y al que tendremos que seguirnos adaptando”, concluye. (I)