El 2023, de acuerdo con cifras del INEC, fue un año de crecimiento moderado para las PYMES en relación al 2022. En promedio, las ventas de las medianas empresas crecieron 3 %, y las ventas de las pequeñas, 0,1 %.

Lo bueno que les suceda a las PYMES se traduce en crecimiento para el Ecuador, por su rol fundamental en el funcionamiento del tejido productivo nacional, que se explica desde tres variables, según menciona Wilson Araque, vicerrector de la Universidad Andina Simón Bolívar, sede Ecuador, y director del Observatorio de la PyME de la institución.:

1) El número de establecimientos. Entre micro, pequeñas y medianas empresas, representan alrededor del 99% del total de establecimientos que existen en el país.

2) La generación de empleo. Cerca de seis de cada diez puestos de trabajo en el país son generados por este tipo de empresas.

3) Abastecimiento del mercado nacional. La satisfacción de las necesidades básicas de los ecuatorianos, como la alimentación, el vestido y determinados servicios, provienen de las PYMES.

Al respecto, Mauricio Pozo Crespo, analista económico y ex Ministro de Economía y Finanzas, acota que estas empresas son generadoras de empleo calificado y no calificado, además de proveer de bienes y servicios para la gran empresa e insumos para las exportaciones.

“El financiamiento de sus operaciones la obtienen del sector bancario nacional, pero son también clientes importantes del sector de cooperativas de ahorro y crédito, las mismas que ya representan cerca del 30 % del sistema financiero nacional”, explica.

¿Freno o aceleración en el 2025?

El 2024 no fue un buen año para las PYMES. El Banco Central confirma una caída en la economía del país de alrededor de 2 %.

El Observatorio de la PyME de la Universidad Andina Simón Bolívar realizó un estudio para entender los factores que más afectaron a estas empresas: la inseguridad y la crisis energética.

“Encontramos que, sobre todo en las pequeñas y medianas industrias, tuvieron que destinar recursos para implementar medidas de seguridad frente al incremento de la violencia”, dice Araque. Y los apagones complicaron aún más la situación. “Tuvieron que destinar recursos no programados para dar mantenimiento a los equipos o para adquirir nuevos que les permitieran autogenerar energía eléctrica. Y hacer ajustes en su producción, que les dificultó cumplir con sus pedidos, y las ventas e ingresos se afectaron”, afirma el experto.

Por su lado, Mauricio Pozo explica que deben darse al menos dos cambios profundos para que las PYMES crezcan en este año: “La estructura legal en el ámbito laboral es una de las grandes dificultades del sector, pues al ser una legislación obsoleta que data de 1938, no se compadece con las demandas actuales del mercado interno, peor del mercado internacional. Y se requiere una modificación al sistema de determinación de tasas de interés… El actual sistema no guarda relación con el riesgo crediticio y hace que segmentos no puedan acceder al crédito”, enfatiza.

Para el 2025 se espera más estabilidad, tras las elecciones presidenciales, y confía Araque en que, al menos, se logre un “efecto rebote” para recuperar lo perdido en 2024.