Enrique tenía un pequeño local de venta de repuestos automotrices en el norte de Guayaquil, pero con la pandemia -en el 2020- su estabilidad económica se derrumbó. Por dos años estuvo en busca de un trabajo, pero por su edad -55 años- se le hizo esquivo hasta que a finales de marzo pasado encontró una plaza en una camaronera.