“Conectar con la abundancia es, ante todo, un ejercicio de presencia. No se activa cuando la cuenta bancaria sube, sino cuando la conciencia despierta”, asegura la coach financiero-emocional y facilitadora de abundancia Cynthia Farah. Ella explica que este camino empieza al dejar el piloto automático y reconocer lo que ya existe en nuestra vida: seguridad, logros, oportunidades.
Al acercarse el fin de año, la invitación es a realizar un cierre consciente. Antes de proyectar metas, conviene observar qué queremos soltar y qué deseamos conservar. Ordenar prioridades no solo aclara el rumbo, también genera espacio interno. Y ella lo resume con una de sus frases más repetidas en sesiones: “La abundancia necesita espacio y eso empieza por dentro”.
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El entorno también juega un papel decisivo: “Personas, espacios y rutinas pueden expandirnos o limitarnos”. Por ello, propone crear pequeños refugios de orden y calma, así sean breves, que recuerden a la mente mantenerse en modo expansión. Detalles cotidianos, como usar sus tarjetas de abundancia –de forma diaria o cuando se necesita un mensaje que eleve la perspectiva–, pueden convertirse en anclas que fortalecen una mentalidad más abierta, receptiva y alineada con lo que buscamos manifestar, sostiene la coach.
¿Cómo podemos construir una vida verdaderamente abundante?
Farah afirma que se construye desde cuatro pilares: una mentalidad abierta y clara, emociones equilibradas, acciones estratégicas y coherencia entre lo que se quiere y lo que se hace. “Cuando estos elementos se alinean, la abundancia deja de ser un ideal y se vuelve una experiencia real, casi intuitiva, como un ADN financiero en pleno funcionamiento”, expone.
Pasos para empezar el año con propósito
De acuerdo con la coach, existen tres prácticas esenciales para la vida:
1. Cierre con gratitud consciente. No una gratitud resignada o “tóxica”, sino un agradecimiento que te permita tomar decisiones con el corazón lleno y la mente clara.
2. Conectar con la emoción de lo que quieres crear.
3. Recordatorios diarios de tu propósito. Pequeños actos que, si son repetidos, transforman el rumbo.
Bajo ese concepto, aconseja que: “Respirar y conectar contigo mismo es el punto de partida. No se trata de hacerlo todo ‘bien’, sino de contar con bases y lineamientos internos y externos que te devuelvan la paz y te permitan vivir en abundancia, incluso en momentos desafiantes”. (I)























