Bastaron apenas unos minutos para dejar una huella imborrable en el alma de miles de feligreses. El papa Francisco, Jorge Mario Bergoglio, logró tocar el espíritu no solo de los católicos, sino también de personas de distintas creencias. Quienes tuvieron la dicha de verlo, aunque fuera por un instante, guardan ese recuerdo como una auténtica bendición.