Una manifestación multitudinaria terminó en vandalismo y afectaciones a varios locales en la colonia Condesa, Ciudad de México, el pasado viernes, 4 de julio. Lo que inicialmente buscaba reclamar el espacio público y denunciar la gentrificación, fue “confundido” con otras luchas sociales, de acuerdo al urbanista Rubén Tapia.

La gentrificación, de acuerdo a la politóloga y coordinadora de la carrera de Ciencias Políticas de la Universidad Casa Grande, Andrea Endara, “busca el desarrollo económico de ciertos sectores que tienen un simbolismo cultural o un espacio público muy afín a ciertos grupos sociales, lo que ocasiona el despliegue a los grupos que tradicionalmente han vivido ahí”. Este fenómeno genera una dicotomía entre el desarrollo de la ciudad y el bienestar de las personas o grupos más vulnerables.

En el caso particular de México, zonas como Condesa o Roma han recibido migrantes estadounidenses y europeos, que teletrabajan para empresas en sus países de origen, y se trasladan con la intención de ahorrar o tener un mejor estilo de vida por los bajos costos en países de Latinoamérica. Aaron, oriundo a Arizona, Estados Unidos, le comentó a CNN que muchos estadounidenses incluso migran para proteger a sus hijos de los atentados en escuelas y colegios. Esta migración ha generado la transformación urbana de barrios que solían tener deficiencias, ahora estas zonas son bautizadas por los migrantes como “Little America”.

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Populares exponentes de la música han denunciado la gentrificación en diferentes partes del mundo. Uno de ellos es Bad Bunny, quien ha reclamado por la Ley 22 de Puerto Rico, un incentivo fiscal diseñado para atraer inversionistas no residentes a establecer su residencia en la isla. “La población la está pasando mal, se están quedando sin escuelas porque las venden para que sean centros residenciales”, comenta Endara.

Ciudades europeas como Barcelona también se ha visto afectada por el fenómeno de la gentrificación, con la llegada de jóvenes de países nórdicos, nómadas digitales, que se asentaron en esta ciudad española y alteraron su economía y barrios.

Estos eventos, que parecían tan lejanos, también se palpan en las ciudades ecuatorianas. Quito, Guayaquil y Cuenca se han visto afectadas en mayor o menor escala.

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El urbanista Tapia destaca la salida de quienes habitan en el barrio El Vado en Cuenca, una zona que por muchos años estuvo desatendida y sus moradores clamaban la revitalización de la zona. El barrio posee ciertos valores culturales debido al reconocimiento que ha alcanzado como un lugar popularmente histórico. Tras ser atendido, ahora cuenta con una calle peatonal, que atrajo la inversión privada para negocios, restaurantes y en los últimos años ha recibido la llegada de construcciones inmobiliarias, Tapia señala que estos departamentos estarían destinados a alquileres en Airbnb. Todos estos elementos encarecieron el estilo de vida de los vecinos, quienes optaron a trasladarse a otras sitios más alejadas.

Este movimiento interno sería solo una de las consecuencias de la gentrificación. “Gente que tradicionalmente vivía ahí pero que ya no puede pagar esos arriendos y se mueven a sitios menos costosos en los que puede que no tengan todos los servicios básicos o es mucho más caro el acceso y se precariza la sociedad”, comenta la politóloga Endara. A estas consecuencias se agrega la pérdida de identidad cultural que comparten quienes residen en un mismo barrio, que puede ser más evidente en zonas como el Centro Histórico de Quito o Cuenca.

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La proliferación de algunos edificios de lujo en Quito para el uso de departamentos para alquiler, bajo la modalidad de Airbnb, ha obligado a algunos residentes a tomar medidas de control. Los residentes de un edificio de la capital en la zona del parque La Carolina aprobaron en asamblea interna un reglamento que impone:

  • Prohibición del uso de áreas comunales por arrendatarios temporales.
  • Mínimo de 12 días por estadía, con una multa de $ 100 por noche si no se cumple.
Los edificios de lujo comienzan a llenar la zona del parque La Carolina. Cortesía Foto: El Universo

De acuerdo al urbanista Tapia, la venta de departamentos en algunas zonas residenciales en Ecuador está netamente destinada a una actividad comercial como los son los Airbnb, más que a la venta de espacios en los que las familias puedan residir.

“A pesar de que los planes de ordenamiento territorial y de uso de suelo de las ciudades tiene estos sectores como residenciales, usan estos sitios como Airbnb que es una actividad comercial”, destaca Tapia. Además señala que el aumento desmedido de alquileres temporales rompe la definición de “barrio”, a la que califica como el primer colectivo o unión social dentro de una sociedad, donde las personas se vinculan y crean lazos, al irrumpir en el colectivo “se pierde identidad y cultura”.

Desde hace años la ciudad de Cuenca ha buscado atraer al turista extranjeros y sobre todo a jubilados del exterior, de hecho, la ciudad se ha hecho acreedora de premios por su calidad de vida para los extranjeros. Existen una comunidad de casi 10.000 extranjeros que residen en la Atenas del Ecuador, lo que generado la aparición de decenas de negocios locales con tradiciones de otros países, en algunos casos manejan precios elevados para el cuencano de a pie, comer en el Centro Histórico de Cuenca ahora puede derivar en un gasto de entre 20 y 30 dólares, valor que para el turista puede ser asequible tras un tiempo de ahorro antes de las vacaciones en la ciudad, pero aquella experiencia no es igual para un cuencano que sale a pasear un domingo por el centro de su ciudad.

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Los jubilados estadounidenses reciben una pensión mensual de entre USD 3.000 y USD 4.000, según datos expuestos por el colectivo Cuenca Expats a la Cámara de Comercio.

“Los extranjeros al venir de otro país con mayor poder adquisitivo no tiene problemas de pagar precios más altos por arriendo, artificialmente se inflan los precios y se crea una burbuja inmobiliaria, estos montos se vuelven inalcanzables para algunos ciudadanos”, señala Tapia.

Prostitución acecha a Puerto Santa Ana y los vecinos tratan de frenar alquiler temporal de suites para esos fines

Endara y Tapia resaltan que este fenómeno podría estar presente en Guayaquil en la zona del Puerto Santa Ana y Las Peñas, donde el grupo social más desfavorecido sería quienes residen en el cerro.

Puerto Santa Ana. Foto: Carlos Barros. Foto: Carlos Barros

¿Qué se puede hacer?

“No hay que estar en contra del turismo sino que hay que tener cuidado de convertir a la ciudad en un hotel”, comenta Tapia.

La politóloga y el urbanista coinciden en una solución: generar políticas públicas que busquen el desarrollo económico y la preservación de espacio, poblaciones y sobre todo las tradiciones, que también son fuente de turismo.

Otra opción sería mezclar el turismo con las tradiciones, que de acuerdo a Endara, es también otra fuente de ingreso y de atracción para el turista. Por ejemplo, en el caso de Cuenca existen barrios de orfebres, alfareros, panaderos y herreros “hace falta dar un apoyo para que los turistas puedan consumir a estos oficios locales”, resalta Tapia.

Lisa Vollmer, autor del libro “Estrategias contra la gentrificiación”, planteó algunos pilares para frenar el fenómeno, entre ellos: autoorganización de los vecinos, con el fin de defender sus barrios y derechos, mediante asambleas, protestas, ocupaciones o redes de solidaridad.

Por otro lado, el geógrafo y teórico urbano David Harvey ha sostenido que uno de los mecanismos más eficaces para frenar la gentrificación es la creación de fideicomisos comunitarios de tierras, una figura que retira el suelo del mercado especulativo y lo pone bajo control colectivo. A través de este modelo, la tierra permanece en manos de una organización sin fines de lucro, gestionada por la propia comunidad, mientras que las viviendas construidas sobre ella se mantienen asequibles a largo plazo gracias a regulaciones que limitan su valor de reventa. De esta forma, explica Harvey, se impide que el capital inmobiliario se apropie del espacio urbano y se protege a los residentes de bajos ingresos frente al desplazamiento, permitiendo una planificación urbana más justa y democrática.

En países como Suiza y Francia se da incentivos fiscales a los que ofrezcan contratos de alquiler a largo plazo. Mientras que en Vancouver, Canadá, se agregan impuestos para los extranjeros que deseen comprar de propiedades. (I)