Un 20 de julio de 1969, un joven ecuatoriano se encontraba viendo la llegada del hombre a la luna, no solo se maravilló por ese gran paso para la humanidad, sino que además le interesó observar a los ingenieros maniobrando los controles. “Un día yo quiero ser uno de ellos”, se dijo. Han pasado muchos años, pero el sueño se cumplió.