Melda Sánchez no lo pudo creer. De un momento a otro, el que era su cuarto se desplomó. Los escombros volaron, una viga de madera cayó del techo y el polvo oscureció la habitación la mañana del viernes 25 de abril.
Cerca de las 06:44, Esmeraldas tembló fuerte. Un sismo de 6,1 causó daños en casas, edificios públicos y el sistema de energía eléctrica.
Melda se vino en lágrimas, suspiró y, al ver la destrucción, se derrumbó. “Fue terrible, cuando empezamos a escuchar, todo empezó a caer. Yo estaba dormida y me desperté, no sabía lo que pasaba. Mi hijo me dijo: ¡Mami, levántate! Y vi el techo venirse abajo y solo corrí”, añadió.
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En el segundo piso, entrando por una peluquería, estaba el que un día fue su cuarto. Ahora solo quedaban cables sueltos, basura, tierra y la imagen viva del sismo.
“No podía sujetarme porque todo se movía. ¡Fue terrible! Parece que fue una ráfaga”, aseguró Melda.
Carlos Flores, un panadero de 68 años, perdió sus dos hornos de leña tras el fuerte sismo.
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“Se destruyeron. La puerta se partió completamente. Yo estaba metido debajo de una mesa porque solo sentí como todo temblaba”, contó Carlos.
Para él, este desastre significó perder la oportunidad de seguir generando ingresos a jóvenes de la zona. Además, lamentó no poder realizar más pan, puesto que los hornos estaban totalmente destruidos en su exterior y los restos habían caído en el interior.
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El COE nacional y la Secretaría de Gestión de Riesgos informaron alrededor de las 19:00 que el número de casas afectadas se mantuvo en 179, pero los heridos con contusiones o laceraciones en la piel ascendieron a 32.
En el sector de Las Piedras, en la Unidad Educativa Teodoro Morán Valverde, se ubicó un puesto de alojamiento temporal para que las familias damnificadas puedan dormir bajo techo. (I)