El éxodo de ecuatorianos hacia Estados Unidos continúa, y las remesas, tanto recibidas como enviadas, también crecen. Los $ 983,3 millones recibidos desde la potencia norteamericana en el primer trimestre de 2024, según datos del Banco Central del Ecuador, son llamativos, pero el dinero que envían los connacionales hacia México también genera suspicacias por los últimos acontecimientos denunciados en la frontera México-estadounidense.

En el primer trimestre de 2023, Ecuador envió $ 31,2 millones hacia México, cifra que pasó a $ 52,3 millones en el mismo periodo de 2024, un aumento del 67 %.

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Si se comparan las cifras actuales a las de hace una década, el incremento es aún más llamativo: en el primer trimestre de 2014, los ecuatorianos enviaron $ 1,5 millones. Eso significa que el incremento para lo que va del 2024 es de más del 3.300 %.

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Esto se da en un contexto donde los ecuatorianos son presa de secuestros mientras intentan cruzar México irregularmente hacia Estados Unidos. Los que logran evadir este riesgo, sin embargo, llegan sin los fondos suficientes para terminar el viaje y se quedan trabajando en México un tiempo o sus familiares les inyectar dinero desde Ecuador para continuar.

A su vez, los familiares de ecuatorianos secuestrados en México también pagan decenas de miles de dólares para que que los parientes raptados sean devueltos, como el caso de seis migrantes guayaquileños secuestrados cerca de Durango, hecho reportado por la organización 1800 Migrante el 27 de junio pasado. Este grupo, ya liberado, se encuentra bajo custodia de autoridades mexicanas.

El contexto político y socioeconómico no favorece a los migrantes

Andrea Endara, coordinadora de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Casa Grande, considera que una de las razones clave para el incremento del dinero que sale del país hacia México es el alto costo de migrar irregularmente.

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Los que salen de Ecuador hacia Estados Unidos, dice, lo hacen por la grave crisis que enfrenta el país, y la gran mayoría no tiene “el privilegio” de simplemente subirse a un avión y aterrizar en Estados Unidos, como sí lo tienen los que cuentan con una visa.

“Nadie quiere pegarse meses de viaje de Ecuador a Estados Unidos caminando. Es mucho más fácil y cómodo coger un avión, pero no todos pueden (...). Desde ahí ya vas viendo estas restricciones que hacen que los ecuatorianos busquen medios irregulares y peligrosos”, expresa Endara.

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El contexto político fuera de Ecuador tampoco les es favorable. El nuevo presidente de Panamá, José Raúl Mulino, asumió a inicios de julio, y una de sus promesas de campaña fue ‘cerrar’ el Darién. Y una de sus primeras acciones en cuanto asumió el cargo fue anunciar un trato con Estados Unidos para financiar el repatriamiento de los que intenten cruzar la selva de forma irregular.

Panamá no será más un país de tránsito para los ilegales”, expresó el primer mandatario al asumir su cargo el pasado 1 de julio.

México impuso visado obligatorio para los ecuatorianos, desde septiembre de 2021, una medida restrictiva que funcionó al comienzo, pues bajó el número de personas procedentes de Ecuador detenidas o deportadas en la frontera sur de Estados Unidos, pero este rubró volvió a subir en años siguientes.

El propio Gobierno de Ecuador, apunta Endara, actuó sin pensar en los ecuatorianos en situación de movilidad humana en México cuando decidió ingresar a la fuerza a la embajada mexicana en Quito en abril pasado, lo cual llevó a una ruptura de relaciones diplomáticas entre ambos países, dejando a los migrantes “en indefensión”.

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“Se estaban haciendo las gestiones para que las embajadas de Perú y Colombia, si no me equivoco, suplan ese papel, que sirvan de canal con nosotros. Eso lo pueden hacer tal vez para pasaportes o visas, pero no para algo tan delicado, para eso necesitas a tu gente”, sostiene Endara. “Es algo que hay que recordarle al Gobierno, que tiene que solucionar y retomar las relaciones para no dejar en indefensión a esta población que sigue creciendo”.

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Además, aunque Ecuador sea un país con una historia migratoria establecida y que continúa, sentimientos xenofóbicos han tomado raíz en el país, particularmente hacia la población venezolana.

Endara liga la percepción de la población hacia los migrantes a la situación económica: en épocas de bonanza, los extranjeros son vistos como una conveniencia, como personas que llegan a hacer trabajos que los nativos no quieren hacer. Pone el ejemplo de la primera ola migratoria de ecuatorianos hacia España, donde las mujeres connacionales hacían trabajos de cuidado de niños y de adultos mayores.

En tiempos de crisis generalizada, como el actual, el migrante pasa a ser un conveniente chivo expiatorio, culpable de la delincuencia, del narcotráfico, de una supuesta degradación de la sociedad, todo esto aupado por políticos, que ven favorablemente sacarse de encima algo de presión al culpar a la población en movilidad humana. No se puede generalizar porque en las olas migratorias se mezcla todo tipo de individuos por las falta de control.

Las remesas son un termómetro de la migración

Larry Yumibanda, economista y presidente del Círculo de Economía de Guayaquil, considera que las remesas, tanto las que entran como las que salen, van de la mano con los procesos migratorios.

Apunta que la crisis actual también está ligada al nulo crecimiento de la economía en los últimos nueve años.

“La economía no crece desde el 2015. El crecimiento promedio de la economía desde 2015 hasta las proyecciones de este año será de 0,4 %. Eso ha generado alteraciones en el mercado laboral y ha empujado a los ecuatorianos a ir hacia los Estados Unidos”, indica el economista.

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México, entonces, se convierte en el país puente para la migración. Todas las remesas que han incrementado en estos años, resalta, “sirven para pagarle a coyoteros y a secuestradores, esa es la dura realidad que enfrentan miles de ecuatorianos por la falta de oportunidades en el país”.

Las remesas recibidas, en un 70 % de migrantes ecuatorianos radicados en Estados Unidos, son un rubro muy importante para la economía local.

“El año pasado se recibieron más de $ 5.000 millones. Ya superan de largo a las exportaciones de banano, de cacao, de oro, y están prácticamente llegando al mismo nivel que las exportaciones petroleras”, expresa Yumibanda. (I)