Por Gabriel Fandiño Menéndez, miembro de la Academia Nacional de Historia del Ecuador*
El rugido de la guerra resonaba desde las ruinas de Stalingrado hasta Normandía. El 6 de junio de 1944 —el famoso Día D— arrancó la mayor invasión anfibia de la historia: más de 150.000 soldados aliados cruzaron el canal de la Mancha y desembarcaron en las playas de Normandía, en la Francia ocupada, bajo un diluvio de fuego nazi.
Pero eso fue solo el comienzo.
Publicidad
Cuatro semanas después, los combates en suelo francés continuaban pueblo tras pueblo, casa por casa. Las divisiones norteamericanas, especialmente la 1.ª, 2.ª, 4.ª y 29.ª de Infantería, exigían reemplazos urgentes tras sufrir bajas devastadoras ante las defensas del Ejército alemán.
En ese contexto, miles de soldados aliados recién entrenados eran enviados al frente para ocupar los puestos de quienes murieron en las playas y campos de Normandía.
De entre todos estos nuevos reemplazos fijaremos nuestra atención sobre once combatientes que avanzaban a las líneas del frente. Pertenecían a un escuadrón sin oficialidad, por lo que el liderazgo del grupo recaía en dos privates —soldados rasos— con algo más de experiencia que los demás: Bartle y Huneycutt.
Publicidad
La totalidad del escuadrón estaba conformada por hombres que tenían apellidos angloamericanos, escoceses, irlandeses o eslavos (Bartle, Huneycutt, Junkins, Johnson, Kasko, Kirk, Kyce, Lafferty, Leach, Lenox), lo que hace suponer su origen en los pueblos de Virginia, las colinas de Kentucky o los barrios obreros de Chicago. Algunos hablaban con acento sureño, otros arrastraban la erre como sus ancestros europeos.
De los once soldados del escuadrón, solo uno, delgado y de ojos pequeños camuflados detrás de unos lentes redondos, pensaba en español cuando rezaba por volver con vida a casa. Era el private López, originario de un lejano poblado ubicado en la costa del Pacífico suramericano.
Publicidad
En la costa verde de Esmeraldas
El private López era ecuatoriano. Según la documentación en los archivos militares de EE. UU., López nació en Rioverde, provincia de Esmeraldas, el 2 de octubre de 1908. Otro documento —un registro parroquial local— señala que fue bautizado el 30 de enero del año siguiente en la ciudad de Esmeraldas y que sus nombres completos eran Rafael Bernardino López y Rumbea.
Rafael Bernardino era el menor de siete hijos. El inicio de su historia familiar se remonta a 1854, cuando una balandra a vela tocó la costa esmeraldeña. A bordo viajaba un joven bogotano, licenciado en Ciencias Políticas, acompañado por un grupo de expatriados como él. Su nombre era Rafael López de Lema y Martínez. El destino, que lo había arrancado de su tierra natal por razones políticas —eran tiempos convulsos del liberalismo insurgente en Colombia—, lo trajo a Ecuador, donde habría de echar raíces profundas. El Gobierno ecuatoriano, reconociendo su preparación, contrató a Rafael López de Lema y Martínez como maestro de escuela primaria, labor que desempeñó con dedicación durante muchos años. Fue en este país de acogida donde conoció a doña Evelina Rumbea Sáenz de Viteri, oriunda de Chanduy, en la provincia del Guayas. Con ella contrajo matrimonio y de su unión nacieron Elvira, Rafael Horacio, Rosa, Dorila, Humberto, Aníbal y Rafael Bernardino.
La infancia del pequeño Rafael Bernardino transcurrió en la casa familiar de Rioverde, una amplia construcción de madera de dos pisos levantada frente al mar. Desde lo alto, aquel niño contemplaba la costa verde y luminosa de Esmeraldas, sin sospechar que décadas más tarde posaría los ojos sobre otra costa, situada a miles de kilómetros de distancia, marcada no por la calma del trópico, sino por las cicatrices del combate y el sacrificio de miles de hombres.
El camino hacia la guerra
Cuando cumplió 31 años, Rafael Bernardino sintió que era momento de ir más allá de los límites de su Rioverde natal. En diciembre de 1939 se despidió de su familia y tomó rumbo a Guayaquil, donde el bullicio del puerto abría paso a otros destinos. Allí compró un pasaje en el SS Santa Lucía, de la Grace Line, y el 16 de diciembre embarcó hacia Estados Unidos. Después de cruzar el canal de Panamá y el Caribe, el esmeraldeño llegó el 26 de diciembre de 1939 a lo que muchos llamaban la “tierra de las oportunidades”, con la esperanza de forjar una nueva vida.
Publicidad
Rafael Bernardino residió en varias direcciones antes de asentarse definitivamente en el 3820 3ʳᵈ Ave., del Bronx, Nueva York. Aunque la documentación norteamericana registra que su ocupación en Ecuador era la de bookkeeper (asistente contable), Rafael Bernardino terminó trabajando como ayudante de cocina en uno de los hoteles Howard Johnson de Nueva York.
Los inmigrantes que arribaron a Estados Unidos en aquella época, en búsqueda de empleo y estabilidad, no pensaban en la guerra. En 1939, el conflicto que recién empezaba era una tragedia europea, todavía muy lejana. La idea de que algún día serían llamados a servir en una guerra global era, por entonces, una posibilidad remota.
Pero la realidad cambió drásticamente el 7 de diciembre de 1941, cuando Japón atacó la base naval de Pearl Harbor. Estados Unidos declaró la guerra al día siguiente y, con ello, miles de residentes extranjeros —entre ellos latinoamericanos como Rafael Bernardino— se encontraron arrastrados al torbellino de la Segunda Guerra Mundial. Lo que había comenzado como una migración laboral se transformó para muchos en un acto de servicio a su nuevo país de residencia.
Rafael Bernardino llenó el registro obligatorio de preselección militar —conocido como draft registration card— el 16 de octubre de 1940 y posteriormente fue enlistado en el Ejército el 9 de septiembre de 1943.
La guerra en Europa
Siguiendo rigurosamente la documentación existente, vemos que el esmeraldeño fue enviado a Fort McClellan, en Alabama, uno de los principales centros de entrenamiento de infantería durante la Segunda Guerra Mundial. Fue adscrito a la Compañía C, 11.º Batallón, 4.º Regimiento.
Bernardino pasó por entrenamiento especializado en infantería. Aprendió disciplina militar con ejercicios físicos intensivos, supervivencia básica, técnicas de combate de infantería, uso de morteros, ametralladoras y bazucas y combate en trincheras, bosques y zonas urbanas. Luego de 17 semanas, aproximadamente, fue reasignado a una unidad de combate en Europa.
Según lo indica una breve nota de Diario EL UNIVERSO de la época, la unidad de combate de Rafael Bernardino López y Rumbea estaba adscrita al VIII Corps APO 308, el cual ingresó escalonadamente en la playa Utah (Normandía) en los días posteriores a los combates más duros. Como fusilero de su unidad —rifleman— y armado con un fusil M1 Garand, su arma de dotación según los documentos militares, Rafael Bernardino avanzó por la península de Cotentin y participó en los combates contra las fuerzas de la Alemania nazi en Cherburgo.
Estas acciones formaban parte de las operaciones aliadas para liberar la península de Bretaña de la ocupación alemana, entre agosto y octubre de 1944. Siguiendo el rastro del VIII Cuerpo del Ejército (APO 308), al que pertenecía, todo indica que el esmeraldeño también habría tomado parte en la sangrienta batalla de las Ardenas a finales de ese mismo año, así como en la ofensiva final hacia Alemania en 1945.
Varios compañeros del soldado Rafael Bernardino López cayeron en combate —uno de sus líderes de escuadrón, el private Wade Lee Huneycutt, resultó gravemente herido—, pero el esmeraldeño logró sobrevivir.
Vida posterior
Poco después de finalizada la guerra, Rafael Bernardino López y Rumbea fue dado de baja del Ejército. Es importante destacar que el esmeraldeño se acogió a la Sección 701 del Nationality Act de 1940, una disposición legal que permitía acelerar el proceso de naturalización para los extranjeros que servían en las fuerzas armadas durante tiempos de guerra. Gracias a esta medida obtuvo la ciudadanía estadounidense apenas seis meses después de haberse enlistado, mientras aún se encontraba en etapa de entrenamiento.
Este esmeraldeño se convirtió en electricista tras el conflicto y formó una familia. Vivió largos años y cerró los ojos en el país que lo acogió en su búsqueda de un futuro mejor.
Un soldado afroecuatoriano
A diferencia de López Rumbea —señalado como de raza blanca en su hoja de servicio—, el soldado Luis Alberto Campaín, nacido en Esmeraldas el 10 de noviembre de 1910, era de raza negra (así fue consignado en su registro de ingreso al Ejército norteamericano el 10 de diciembre de 1942).
Su historia de migración era más o menos parecida a la de López Rumbea. Antes de ser enlistado en el Ejército, Campaín trabajaba como ayudante de cocina en el hotel Salisbury de Nueva York. El análisis de la documentación indica que, hacia mediados de 1943, Luis Alberto Campaín fue transferido a una unidad especializada: el 460ᵗʰ Anti-Aircraft Artillery Battalion, específicamente en la Battery D. Esta unidad estaba dedicada a la defensa antiaérea móvil, empleando cañones automáticos para proteger tropas, bases y convoyes del ataque de aviones enemigos.
Su rango alcanzado era Technician Fourth Grade (T/4), rango técnico que equivalía a un sargento, pero especializado en funciones técnicas como mantenimiento, comunicaciones, control de fuego o armamento pesado. Su unidad, el 460ᵗʰ AAA AW Battalion, desembarcó en Omaha Beach el 12 de junio de 1944, proporcionando defensa antiaérea crucial durante los días posteriores al Día D.
En este periodo, Campaín fue diagnosticado con síndrome de Raynaud en las extremidades, una condición médica causada o agravada por la exposición prolongada al frío extremo y estrés físico, común en soldados desplegados en el frente. Fue temporalmente hospitalizado, pero se reincorporó al servicio activo el 7 de julio de 1944. Su unidad, originalmente antiaérea, también prestó apoyo terrestre durante los meses siguientes.
Luego de la guerra, Luis Alberto Campaín decidió permanecer en Estados Unidos, donde vivió hasta su fallecimiento el 26 de enero de 2002 a los 91 años. Este esmeraldeño fue sepultado con honores militares en el Southern Nevada Veterans Memorial Cemetery, en la sección K, sitio 185, donde su contribución como veterano es reconocida hasta hoy.
Otros ecuatorianos en la Segunda Guerra Mundial
Varios compatriotas participaron en aquel conflicto. Emigraron en busca de trabajo y terminaron siendo enlistados. Algunos eran solteros (como López Rumbea y Campaín) y otros estaban casados. Una notable cantidad de soldados ecuatorianos en la Segunda Guerra Mundial provenía de la provincia de Manabí. A continuación, presentamos una lista parcial en la que consignamos algunos nombres (hay muchos más, pero su información está siendo completada):
- Jack Coello, nacido el 21 de diciembre de 1904 en Guayaquil, Ecuador.
- Carlos Alberto Villafuerte, nacido el 2 de marzo de 1908 en Quito, Ecuador
- José Macas, nacido el 3 de marzo de 1899 en Cuenca, Ecuador.
- Manuel Mansour, nacido el 10 de diciembre de 1909 en Latacunga, Ecuador.
- Segundo C. Flores, nacido el 20 de enero de 1901 en Riobamba, Ecuador.
- Pedro Anchundia, nacido el 12 de octubre de 1903 en Manta, Ecuador.
- Víctor Manuel Parrales, nacido el 10 de marzo de 1904 en Manta, Ecuador.
- José A. Chávez, nacido el 28 de julio de 1911 en Manta, Ecuador.
- José Modesto López, nacido el 21 de febrero de 1908 en Bahía, Ecuador.
La historia de los ecuatorianos que combatieron en la Segunda Guerra Mundial merece ser estudiada más a fondo. Ellos, con las armas en las manos y la convicción en el corazón, defendieron la libertad de millones y dejaron una huella silenciosa pero profunda en la historia de la lucha por la libertad del mundo occidental.
* Gabriel Fandiño Menéndez es autor de varios libros sobre la independencia ecuatoriana y personajes de la historia militar del país.
Fuentes: National Archives and Records Administration (NARA); National Archives Catalog; registros operacionales del VIII Corps y el centro de reemplazos (IRTC); mornings reports, drafts registration cards; Index Records for US Veteran’s Gravesites; Archivo de diario EL UNIVERSO; registros parroquiales de Esmeraldas; web Esmeraldas del ayer.