Rafaela Flores, de 18 años, llega emocionada a su primera clase de jiu-jitsu brasileño en una academia de artes marciales en la vía a Samborondón.

Lo primero que debe aprender es a caer apropiadamente. “Si no sabes caer te pegas la cabeza y ahí quedaste”, le aconseja Camila Andrade, su instructora de 23 años, cinta negra en la disciplina y fundadora de Meninas, agrupación de deportistas ecuatorianas femeninas de jiu-jitsu que busca promover la seguridad femenina.

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Ponerse en posición de sentadilla, caer para atrás y apoyar los brazos en el suelo para suavizar la caída es una de las tácticas. Rafaela practica ese movimiento diez veces mientras ve ansiosa a sus cinco compañeras, ya ataviadas con kimonos y cintas blancas, practicar movimientos de lucha.

La intención de Andrade con Meninas es potenciada por la coyuntura violenta y de inseguridad del país, particularmente para las mujeres. La Alianza para el Monitoreo de Femicidios en Ecuador registró 322 femicidios en el país en 2022, uno cada 26 horas. En los primeros cuatro meses del 2023 son aún más frecuentes: la misma organización contabilizó 122 casos, uno cada 23 horas.

“Voy a una fiesta y me siento como una bacán porque sé que puedo defenderme”, señala Andrade. “Me encantaría que todas las mujeres de Guayaquil sientan este poder que la mayoría de las mujeres jiujitseras sentimos, que podemos salir a cualquier lado y estamos bien. Tampoco es que si nos apuntan con un arma nos defenderemos, pero en una situación como en una discoteca o un secuestro, donde no haya armas, creo que sí podemos defendernos”.

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Aprender a caer es el primer paso antes de conocer las técnicas de defensa personal situacionales que Andrade siempre enseña a sus alumnas primerizas. Luego enseñan a realizar rolls frontales y hacia atrás (rodamiento en círculo), a librarse de una toma de muñeca y a alejarse de un atacante una vez que ya se está en el piso.

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“Ahorita vine caminando de mi casa hasta acá, me dio miedo, se me parqueó un carro al lado... yo sé que no me va a pasar nada, pero igual está ese terror de que te llegue a pasar algo. Con estas clases el miedo va a ir bajando un poco, tendré más tranquilidad de caminar sola. En fiestas ya sé qué hacer si se me acerca un man creepy (siniestro)”, cuenta Rafaela, quien se sintió atraída por el aspecto de defensa personal de las clases, además de que le llama la atención el jiu-jitsu brasileño como deporte.

El resto de alumnas, mientras tanto, practican en parejas: a la que está en el piso se le llama guardera (pues realiza guardias, numerosas en el jiu-jitsu brasileño), que intenta defenderse de la ofensiva de la pasadora, quien hace lo posible por deshacer la guardia de su oponente y realizar una finalización, o sea, lograr que la guardera se rinda, dando por terminada la lucha.

Las maestras llaman a las alumnas al centro tras cada ronda de práctica para demostrar el siguiente ejercicio. Foto: JUAN XAVIER PÁEZ MORENO

Andrade practica el arte marcial desde los 14 años, y comenzó como instructora dos años después. Inició Meninas en 2019, y da clases en academias de artes marciales, además de impartir talleres de defensa personal.

Ella no ha tenido que usar las técnicas que enseña para defenderse, pero tiene alumnas que sí han logrado zafarse de situaciones peligrosas gracias a sus enseñanzas.

La Fiscalía registra 307 muertes de mujeres en contexto delictivo entre enero y julio de este año. El número ya supera a todos los hechos registrados por año en el periodo 2014-2021.

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En todo el 2022 se dieron 420 casos de este tipo, casi el doble de los 225 registrados en 2021.

El horario cuando más se cometen estos hechos que afectan a mujeres es de lunes a domingo de 18:00 hasta las 24:00, el domingo es el día más peligroso para ellas.

Estos números totales incluyen los casos de femicidio y de otras muertes de mujeres en contexto delictivo (asesinato, homicidio, sicariato, robo, ejecución extrajudicial, secuestro extorsivo, abandono de persona, violación, acto de odio, abigeato, extralimitación en un acto de servicio, terrorismo, extracción y tratamiento de órganos y tejidos y lesiones graves).

El jiu-jitsu enfocado para mujeres, sin embargo, va más allá de un deseo de defenderse en posibles situaciones peligrosas: Andrade cita múltiples veces “el poder que tiene el deporte” y la autoestima y sentido de comunidad que le puede brindar a las mujeres.

Camila Montenegro, alumna de Andrade, por ejemplo se metió a las clases primariamente “para practicar un deporte”. Recalca, sin embargo, que el aspecto de defensa personal sí es un añadido.

“Te sientes más fuerte como mujer”, subraya Montenegro.

Asaltos motivan que mujeres adquieran frascos de gas pimienta

Algunos compañeros de Renata (nombre protegido) le habían advertido que los habían intentado asaltar cerca de la parada de bus en la que usualmente espera el transporte que la lleva a la institución educativa en la que estudia, en la vía a Samborondón.

Esto, sumado a la ola de inseguridad que vive actualmente el país, la llevaron a tomar la decisión de adquirir un frasco de gas pimienta a un costo de 6 dólares.

Este método de defensa personal, popular entre policías y mujeres alrededor del mundo, funciona como un espray. Renata simplemente debe desactivar el seguro, acción que revela un botón naranja, apuntar a la cara de un posible atacante y apretar.

El gas pimienta tiene un efecto de ceguera temporal cuando entra en contacto con los ojos. Foto: Francisco Verni

El chorro de gas pimienta, al entrar en contacto con los ojos del hipotético agresor, le causaría ceguera temporal, dolor ocular, lagrimación y posiblemente dolor en el pecho, dificultad para respirar y pérdida de consciencia, entre otros síntomas. Renata, por suerte, nunca ha tenido que usarlo para defenderse.

La adquisición y porte de armas como el gas pimienta fue regulado mediante el acuerdo ministerial 145, que detalla que las personas naturales o jurídicas que quieran un permiso para blandir gas pimienta por defensa personal deben tener al menos 25 años de edad y no presentar antecedentes penales ni denuncias por violencia intrafamiliar en su contra.

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“Tenía que frecuentar lugares sola y moverme sola, la delincuencia me daba miedo que en algún momento alguien me pueda hacer algo. Quería conseguir algo para defenderme que no sea tan difícil de usar”, comenta.

“Esta sería mi única forma (de defenderme)...no sé nada de defensa personal”. (I)