Un video de cicloviajeros en YouTube hacia Ushuaia, ciudad argentina conocida como el Fin del Mundo, dejó impactada a la mexicana Angélica de la Vega, de 35 años. Le asombró que a través de este instrumento de dos ruedas se pueda subir montañas y cruzar fronteras.

En su mente rondaba la idea de “yo también puedo hacerlo”. Pero se detuvo a analizarlo por su hija Abigail, quien en ese entonces tenía menos de 10 años, hasta que vio un video de travesías en familia. Entonces, se emocionó y corrió a contarle a su novio, Gustavo Gorostieta, quien ahora tiene 36 años.

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“Le dije: ‘Yo no puedo o quizás tú te lanzas’. Pero viendo videos, empaparnos del viaje, empezamos a verlo de manera fija. Y terminé convencido. Justo estaba en una etapa en la que no me sentía satisfecho en mi trabajo y pensé: ‘Si no me gusta lo que está pasando en mi trabajo, entonces puedo hacer un proyecto en el viaje. Videos, fotografías’. Y se empezó a armar un poco más”, relata Gustavo.

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En 2020, justamente durante la pandemia del COVID-19, los mexicanos investigaron todo lo relacionado con el viaje, vieron a youtubers, analizaron los caminos y la idea fue bautizada como Ruta en 3, la cual es relatada en su canal de YouTube, que tiene más de 1.000 suscriptores.

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En 2020, justamente durante la pandemia, Angélica de la Vega y Gustavo Gorostieta investigaron todo lo relacionado con el viaje, vieron a 'youtubers', analizaron los caminos y la idea fue bautizada como Ruta en 3 (Abigail, hija de Angélica, también pedalea), la cual es relatada en su canal de YouTube, que tiene más de 1.000 suscriptores. #bicicleta #ciclismo #viajes #turismo #México #Ecuador #ELUNIVERSO

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La decisión fue tomada y Angélica dejó su trabajo como psicopedagoga en una escuela. “Tenía un consultorio donde atendía a niños con autismo, síndrome de Down, parálisis cerebral. Preparé a las familias diciéndoles que los iba a enviar con otro colega”, cuenta Angélica.

Gustavo también renunció y se esperó a que Abigail terminara su ciclo de primaria. Además, liquidaron todas sus deudas y tarjetas de crédito, cancelaron el servicio de internet, desocuparon el apartamento que alquilaban y vendieron sus muebles, vehículos y motocicletas. Se quedaron con la ropa, bicicletas y otros artículos. Ese proceso duró tres años.

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Entonces llegó el 31 de julio de 2023. Cerraron la puerta del apartamento en México, agarraron las bicicletas y pedalearon. ¿Qué sentían? Los tres concuerdan que fue una mezcla de emociones: miedo y entusiasmo, sus cuerpos temblaban.

“Literalmente es cerrar la puerta y abrir una nueva hacia un camino que preparamos durante tres años. Temblamos de miedo, era un remolino de emociones”, dice Gustavo.

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Para la pequeña Abigail fue difícil dejar a sus otros familiares, la comodidad de un hogar y de transportarse con facilidad, pero quería vivir esa experiencia. “La salida fue emocionante, ese primer día. Fue emblemático”, menciona la niña, quien en su travesía cumplió los 13 años.

Los mexicanos estaban conscientes de que no tenían una buena condición física para pedalear largas distancias y afrontar lomas; no obstante, lograron recorrer su país. Aunque tuvieron una situación un poco incómoda.

Cuando partían de ciudad de México e iniciaban la travesía. Foto: Cortesía.

“Estábamos en Tabasco y teníamos que pasar un tramo llamado Cárdenas. Decidimos ir por una autopista y nos esperaban 50, 70 kilómetros. Ya íbamos a 20 o 30 kilómetros y las personas nos dijeron que había enfrentamientos con narcotraficantes y que estaban quemando buses. Nosotros íbamos a pasar por ahí; sin embargo, no vimos nada, pero sí presencia militar. Cuando ya estábamos en las instalaciones de una municipalidad, vimos en las noticias que habían baleado a un joven y decidimos salir del poblado y nos quedamos en un hotel”, recuerda Angélica.

Pedalear en las noches no es una opción

La consigna de los tres era pedalear hasta las 17:30 en cualquier país que estuvieran. Después fueron para Belice, el único país centroamericano cuyo idioma oficial es el inglés por su independencia de Inglaterra, allí les encantó la arquitectura de las casas y fue rápido cruzarlo.

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Luego, pedalearon hasta Guatemala, donde estaba el volcán de Fuego y el Acatenango. A este último lo vieron erupcionar desde lo alto. Sin embargo, no lograron cruzar los países como Honduras, El Salvador, Panamá y Nicaragua en bicicleta, por lo que tuvieron que tomar un vuelo desde Guatemala hasta Colombia.

Erupción del volcán Acatenango, en Guatemala, captada por los extranjeros. Foto: Cortesía.

“No había manera de pasar el Darién, está la mafia y cobran un dineral. Brincamos esa parte de Sudamérica porque, por ejemplo, Nicaragua no permite grabar contenido y corríamos el riesgo de que nos decomisaran los equipos”, afirma Gustavo.

Cuando llegaron a Colombia, la consigna era pedalear por Sudamérica y hasta ahora lo siguen haciendo. “Me encantó Pasto, tenía niebla encima y se veían los edificios salir sobre la niebla”, describe Abigail.

Les ha tocado adaptarse un poco con la comida, menciona Angélica. Ella tenía en mente aplicar sus recetas mexicanas, pero no fue posible. “Había condimentos distintos que nunca había utilizado. Buscaba frijoles, y nada; igual con las tortillas. Entonces, tuve que aprender a hacer arepas, comer el arroz de otra manera”, cuenta Angélica.

La familia duerme en tiendas de campaña, que llevan en sus bicicletas. Foto: Cortesía.

En ese país estuvieron tres meses, entre pedalear hasta la tarde y buscar un lugar donde dormir, como municipios, iglesias, hospitales, la Cruz Roja, el Cuerpo de Bomberos y casas de ciclistas. Ahí armaban sus tiendas de campaña. El objetivo era usar el dinero que obtuvieron al vender sus cosas para emergencias.

“Ya debemos tener un sitio donde acampar, nos acercamos y les pedimos que nos den un espacio. Muchas veces nos brindan apoyo y otras no, pero cuando no lo hay nos arreglamos hasta encontrar un sitio lo más seguro posible. Jamás en la calle”, dice Gustavo.

Ellos financian su alimentación vendiendo pulseras, collares y pinturas de Abigail. Así también comercializan las fotografías de Gustavo. Y a través de su canal de YouTube tratan de generar más impacto.

Abigail pinta pequeños cuadros cuando descansa del viaje. Foto: Cortesía.

Ecuador: país que los enamoró

Hace dos semanas, los ciclistas ingresaron a Ecuador por el puente internacional de Rumichaca.

Ver el letrero que decía “Bienvenidos a la República de Ecuador” los emocionó, porque significaba que iban sumando más países a su travesía. Inmediatamente sintieron más frío y después de descansar llegaron a Quito.

Los tres se quedaron boquiabiertos debido a la naturaleza del país. “Es como estar en otro planeta. Ecuador a mí me deja una sensación que no he podido explicarla. El estar sumida en las montañas es hermoso y al mismo tiempo paralizante. Da miedo el saber que estás pedaleando y vas a subir todo eso, pero es hermoso”, admite Angélica.

Su hija piensa igual y tiene su volcán favorito de Ecuador: el Cayambe. “Las montañas son tan imponentes, están cerquita de ti”, asegura Abigail.

Madre e hija en el centro histórico de Quito. Foto: Cortesía.

Los tres están recorriendo la ruta de la Sierra y han probado el cuy, un plato que les ha encantado. Sin embargo, no quieren dejar el país sin probar la fritada. “Honestamente no hemos parado (a comprar) por falta de presupuesto”, apunta Angélica, quien espera darse ese gusto.

Los mexicanos están un poco impresionados por el cambio de temperatura durante sus viajes, que va de frío a calor. Y también es nuevo para ellos manejar el dólar, cuánto reciben de cambio y el valor de cada moneda.

Gustavo, Angélica y Abigail van pedaleando cada día hasta llegar a ese ansiado Fin del Mundo en Argentina. Llevan diez meses fuera de casa y el plan es terminar el viaje en 18. Cuando culmine regresarán a México en avión, pero ahí no terminará todo.

La familia quiere seguir con esta aventura y lo harán en el continente europeo. Pasarán un tiempo en México para que Abigail retome sus estudios y luego irán al Viejo Continente.

“La gente a veces espera que la oportunidad venga hacia ellos, pero nunca va a venir hacia ti. Tú tienes que ir por ella, perseguirla porque si no nunca la vas a alcanzar”, aconseja la adolescente Abigail. (I)

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