Durante la Segunda Guerra Mundial, en lo que los oficiales nazis llamaron una “purga literaria”, miles de libros ardieron en las hogueras públicas, en universidades y en calles de ciudades alemanas.
Alrededor de 25.000 volúmenes, catalogados como prohibidos por tener ideas contrarias al nazismo o ser obras de autores judíos, se quemaron el 10 de mayo de 1933. Joseph Goebbels, ministro de Propaganda e Información Pública de Hitler, encabezó el evento que congregó a decenas de miles de civiles en Berlín, bajo el lema “¡No a la decadencia social!”.
Hoy, 90 años después de la ‘masacre’ literaria, Alemania recuerda con tristeza el suceso.
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“Hace 90 años, cuando decenas de miles de libros de autores judíos y políticamente disidentes fueron pasto de las llamas, fueron estas las horas en las que la Alemania nacionalsocialista destruyó la libertad de la literatura y del arte y comenzó a expulsar o, posteriormente, a matar deliberadamente a los portadores de la cultura alemana”, recordó Claudia Roth, ministra de Cultura, en un acto conmemorativo.
Graf und Feuchtwanger flüchteten ins Exil. „Aus gutem Grund ist deshalb das Asylrecht unsere Antwort, wenn autoritäre Regime die Freiheit der Meinung, der Presse, der Kunst und der Wissenschaft bekämpfen“, so Staatsministerin #Roth.
— BKM Kultur & Medien (@BundesKultur) May 10, 2023
#Buecherverbrennung pic.twitter.com/TpblnQXKU0
Agregó que “70.000 personas contemplaron cómo el odio prendía fuego, los libros ardían y seguían su curso así la persecución y el asesinato sistemáticos de judíos, disidentes políticos y muchos otros”.
Según la funcionaria, “muchos autores pagaron entonces con su vida la persecución de la que fueron objeto, pero algunos sobrevivieron porque pudieron huir a Estados libres y obtener allí el exilio”.
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En el evento, organizado por la Biblioteca Estatal de Berlín, se leyeron extractos de obras de autores incluidos en la lista negra, censurados y perseguidos en la Alemania nacionalsocialista.
Kai Wegner, el alcalde de Berlín, calificó la quema de libros el 10 de mayo de 1933 de “acto de barbarie” y de “acto de terror ideológico” que precedió “los horribles crímenes cometidos durante la tiranía nacionalsocialista”.
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“Por eso es para mí tanto más importante que Berlín ofrezca un hogar seguro a autores perseguidos y amenazados de todo el mundo. En Berlín pueden trabajar y desarrollarse con libertad e independencia, sin miedo a la persecución y la censura”, agregó. (I)