Desde este lunes, Brasil solicitará nuevos documentos a los viajeros que ingresen a su territorio. Se trata de una medida que apunta a reducir la cantidad de migrantes indocumentados que arriban a Brasil para luego continuar por tierra hacia Centroamérica, atravesando la selva del Darién, para llegar a Estados Unidos.

El país “se convirtió en una ruta para organizaciones criminales que se dedican al contrabando de inmigrantes y tráfico de personas”, afirmó el ministerio de Justicia en un informe enviado a la AFP, tras detectar un aumento “exponencial” de viajeros que hacen escala en Brasil pero que no continúan su viaje hacia su destino final.

Los migrantes provienen principalmente de países asiáticos y tienen pasajes con destino final a otros países suramericanos. Según las autoridades, “son instruidos por organizaciones criminales a solicitar refugio para ingresar a territorio brasileño”, aunque no permanecerán allí.

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En realidad, “el objetivo de estos viajeros no es solicitar protección al Estado brasileño a través del instituto de refugio, sino seguir una ruta rumbo al norte de América, principalmente hacia Estados Unidos y/o Canadá”, sostiene el ministerio.

Los solicitantes de refugio luego abandonan Brasil y se desplazan por los países de América del Sur hasta Colombia, donde cruzan la peligrosa selva del Darién y luego prosiguen a pie por Centroamérica, desplazándose hacia México para finalmente cruzar la frontera estadounidense.

Por eso, desde ahora, se exigirá visa a quienes se dispongan a viajar a un tercer país en un vuelo con conexión en Brasil.

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Las nuevas reglas también obligarán a los solicitantes de refugio a demostrar que sufren persecución política o violencia en sus países de origen, algo que hasta ahora no ocurría.

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Los migrantes que arriban allí deben permanecer en un área restringida mientras tramitan sus solicitudes de refugio, lo que puede demorar semanas. Según datos oficiales, en 2013 hubo 69 pedidos de refugio en este aeropuerto, un número que se multiplicó por más de 60 en una década, para alcanzar 4.239 en 2023.

De enero a julio de este año, fueron 5.428 solicitudes, 25 diarias en promedio. Sin embargo, la cifra se disparó aún más en agosto: 864 hasta el miércoles pasado, un promedio de 41 por día.

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Esta situación hace que periódicamente cientos de migrantes se hacinen en la terminal aérea, sin la infraestructura necesaria para su permanencia.

Hasta el miércoles pasado, según la policía, había allí 481 migrantes.

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La muerte el 13 de agosto de un hombre ganés que había llegado cinco días antes y formaba parte de los migrantes retenidos en el aeropuerto encendió las alarmas.

“Se sintió mal, fue atendido por un equipo médico y trasladado a un hospital público, donde falleció de un infarto”, confirmó a la AFP la Policía Federal, sin dar más detalles.

La Defensoría Pública brasileña constató en el lugar “reiteradas situaciones de violación de derechos humanos”. Hay niños, adolescentes no acompañados y mujeres “en condiciones de extrema vulnerabilidad”.

Los migrantes están “durmiendo en el suelo” y existe “una creciente demanda de atención médica, con muchas personas con síntomas similares a los de la gripe”, señaló la Defensoría en un informe.

Otra de las medidas tomadas por la fiscalía brasileña para mejorar las condiciones de los migrantes, es reforzar los equipos que tramitan las solicitudes de refugio para acortar los tiempos de respuesta.

Además, se exigió a las compañías aéreas que transportaron a los migrantes que redoblen esfuerzos en la asistencia sanitaria y alimenticia de las personas retenidas. (I)