“Esa doctora nos dijo que la niña nació muerta y el papá la vio moverse, observó que se llevó una manito a la cara y alertó al enfermero, quien le dijo que eso era un reflejo. A la bebé la bajaron a la morgue. Nosotros, en familia, decidimos cremarla. Fuimos a la morgue donde la tenían metida en una cava. Al abrirla, la niña estaba llorando, moviéndose… estaba viva”.