Dominique Pelicot, un hombre jubilado de 71 años, vivía hasta hace cuatro años una vida ‘normal’ con su esposa y tres hijos en Francia. Siempre se mostró un padre de familia común y corriente, un esposo atento y un vecino amigable. Si los vecinos o la familia de Dominique hubieran tenido que describir a un abusador, nunca se les habría ocurrido pensar en alguien como él.