Nuevos hallazgos arqueológicos están llevando a la comunidad científica a reconsiderar los motivos que originaron la construcción de la Gran Muralla China. De acuerdo con un artículo publicado por la Universidad de Cambridge, ciertas secciones de la muralla podrían haber sido edificadas con propósitos distintos a los estrictamente defensivos.

El estudio se centra en un muro de 737 kilómetros de longitud que va desde el norte de China hasta el noreste de Mongolia, y que fue construido por las dinastías Liao o Jin. Los investigadores señalan que esta estructura presenta elementos auxiliares que podrían indicar funciones más complejas, como la regulación del movimiento de comunidades nómadas o la protección de actividades económicas claves.

“El artículo se enfoca en un muro medieval (…) que cuenta con numerosas estructuras auxiliares que insinúan su función”, indica la publicación, que además utiliza estudios arqueológicos y análisis geoespaciales para interpretar el contexto y uso de estas construcciones.

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El análisis sugiere que estas murallas podrían haber servido para proteger recursos vinculados al pastoreo y la agricultura, sectores que en esa región eran esenciales para la subsistencia del imperio. De confirmarse esta hipótesis, se trataría de un cambio importante respecto a la idea tradicional de que la muralla fue levantada exclusivamente como barrera militar contra invasores.

La interpretación tradicional ha sostenido que la muralla tenía como fin principal la defensa frente a tribus nómadas consideradas hostiles. Sin embargo, los autores del nuevo estudio proponen que también pudo haber sido utilizada para gestionar el territorio y controlar el tránsito de grupos humanos, en un contexto de expansión imperial. (I)