Por tercera vez en la historia, el cuerpo momificado de santa Teresa de Jesús se expone al público, en un evento religioso de gran trascendencia organizado por la Orden de los Carmelitas Descalzos.
La muestra, abierta desde el pasado domingo en la Basílica de la Anunciación de Nuestra Señora del Carmen en Alba de Tormes (Salamanca), ha despertado una profunda emoción entre los fieles, que acuden desde distintos puntos de España y el mundo para contemplar los restos de una de las figuras más emblemáticas del misticismo cristiano.
La última vez que se abrió su sepulcro fue en 1914. Ahora, 110 años después, se permite nuevamente el acceso para venerar su cuerpo momificado, en lo que se considera una celebración solemne y excepcional. La exposición estará disponible hasta el 25 de mayo, todos los días desde las 09:00 hasta las 23:00, con entrada gratuita.
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Las imágenes difundidas muestran a la santa yaciendo en un ataúd de plata revestido en mármol, con el rostro claramente visible. Según expertos, su estado de conservación es asombroso: rostro, pies, brazo y mano izquierda, e incluso el corazón, no presentan signos de degradación. Aunque sin color, la piel conserva sus tejidos subcutáneos, y el rostro permanece sorprendentemente reconocible.
Durante la jornada inaugural, se realizó una ceremonia en la que participaron autoridades como el obispo de Salamanca, José Luis Retana; el presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco; y la alcaldesa de Alba de Tormes, Concepción Miguélez.
Santa Teresa de Jesús, nacida en Ávila en 1515 como Teresa de Cepeda y Ahumada, falleció en 1582 a los 67 años en Alba de Tormes, donde ahora se expone su cuerpo. Fue canonizada en 1622 y en 1970 se convirtió en la primera mujer doctora de la Iglesia.
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Fue fundadora de la reforma del Carmelo que dio origen a los Carmelitas Descalzos, e impulsó una espiritualidad basada en la oración interior, la contemplación y la experiencia directa de Dios. Durante su vida fundó 17 conventos en España y escribió obras fundamentales de la mística cristiana.
Este evento no solo permite a los fieles conectar con la herencia espiritual de la santa, sino que también ofrece a los científicos una oportunidad única para estudiar su asombrosa conservación. Su cuerpo, considerado por muchos un milagro, sigue inspirando devoción cinco siglos después de su muerte. (I)