Desde que el letal virus llegó al mundo, Caleb Walleb, de 30 años, se mantuvo firme en la lucha contra las medidas de prevención en Texas, Estados Unidos. Tiempo después presentó síntomas y pese a ello, se negó a hacerse la prueba o ir al hospital; un mes después de haber sido ingresado en la sala de cuidados intensivos, murió.