Astrónomos y meteorólogos del mundo están atentos a la llegada de la primera ola de plasma solar, un fenómeno que, según explican en RT, tiene lugar después de que se produjeran múltiples eyecciones de masa coronal (CME, por sus siglas en inglés) del Sol.

Esas eyecciones de masa coronal han provocado una fuerte tormenta geomagnética que durará dos días, señaló el citado medio el 30 de noviembre de 2023.

Esa tormenta causará, como ha ocurrido, auroras boreales y posibles apagones en señales de radio y GPS, informó el Centro de Predicción del Clima Espacial (SWPC), de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA).

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El jueves 30 de noviembre, “al menos tres de las CME que se registraron el domingo y el miércoles han llegado hasta la Tierra”, aseguraron expertos.

Debido a eso “se desarrollará una tormenta geomagnética de nivel G2, que el viernes 1 de diciembre aumentó hasta el nivel G3, siendo G5 el más fuerte de la escala de la NOAA. Tampoco se descarta que lleguen CME adicionales”.

Llamarada solar genera una tormenta geomagnética moderada, según la NASA

En Maracaibo, Venezuela, el meteorólogo Oniel Castellanos informó, a través de sus redes sociales, sobre las tormentas geomagnéticas que en noviembre “tuvimos un total de 8 períodos donde el índice Kp estuvo en 5 o más (G1)” e indicó que en octubre pasado hubo “solo 4 eventos con un pico de G1 (Kp=5)”.

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En Antena 3 señalaron que las actuales “explosiones solares expulsan plasma solar a una velocidad asombrosa de 800 kilómetros por segundo, impactando directamente contra la Tierra.

Lo peculiar de esta situación es que algunas de estas eyecciones son tan potentes y rápidas que terminan absorbiendo a sus predecesoras, originando así el apelativo ‘tormenta caníbal”. Se afirma, agregaron, que “no representan un peligro para la salud humana”.

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Qué es una tormenta geomagnética

En palabras del también meteorólogo venezolano Luis Vargas, “una tormenta geomagnética es una perturbación temporal de la magnetosfera terrestre”.

Señala en su blog MeteoVargas que “suelen estar asociada a una eyección de masa coronal (CME), un agujero en la corona o una llamarada solar, que consiste en una onda de choque de viento solar que llega aproximadamente entre en unas 50 horas después del suceso. Esto solamente ocurre si la onda de choque viaja hacia la Tierra, tal y como ha ocurrido en ésta oportunidad. La presión del viento solar sobre la magnetosfera aumentará o disminuirá en función de la actividad solar”.

Las eyecciones de masa coronal, explican en National Geographic, “son liberaciones masivas de plasma y campos magnéticos del Sol”.

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Entre “apagones” y auroras boreales

Una tormenta fuerte de clase G3 “puede causar interrupciones intermitentes en la navegación por satélite y la navegación por radio”.

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En RT recordaron que el pasado martes 28 de noviembre, tras una poderosa erupción solar de clase M, la SWPC registró un evento moderado de apagón de la radio de alta frecuencia. Según la NOAA, la degradación de la señal de radio podría afectar la parte oriental del océano Pacífico Sur mientras la llamarada estaba en progreso.

Es posible que en estos días se produzcan más llamaradas de clase M y se generen también llamaradas de clase X, las más potentes, que pueden producir tanta energía como 1.000 millones de bombas de hidrógeno.

La Nasa

Como efectos, la NASA indica que “tales llamaradas y CME asociadas pueden crear tormentas de radiación duraderas que pueden dañar satélites, sistemas de comunicaciones e incluso tecnologías terrestres y redes eléctricas”.

También por estos días se esperan auroras boreales.

Roberto Bravo, para Astrofición, las calificó como “uno de los mayores espectáculos de la naturaleza”.

Y explicó que una aurora se produce cuando las partículas cargadas procedentes del Sol chocan con el campo magnético de la Tierra. Estas partículas procedentes del viento solar son guiadas por el campo magnético de la Tierra y se dirigen hacia los polos.

“Cuando esas partículas alcanzan nuestra atmósfera chocan con las moléculas de oxígeno y nitrógeno, excitando los átomos y haciendo que estos ganen un electrón. Transcurrido un rato, al liberarse de ese electrón, devuelven la energía adquirida en forma de luz. Esta luz puede producirse con distinta intensidad y longitud de onda, que afectan al color de la luz que vemos”.

(I)

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