Muchos jóvenes ven el acuartelamiento no solo como la posibilidad de empezar una carrera en las Fuerzas Armadas, sino también como la oportunidad de aliviar la carga económica para sus familias, pues viven en zonas de pobreza extrema y en núcleos numerosos.

Al presentarse al servicio militar sienten que al menos un año dejarán de ser una carga para sus padres, así contaron algunos que hacían fila y esperaban su turno para los chequeos médicos la mañana de este sábado, 6 de mayo.

Esta situación es común. Otros, como no pudieron entrar a la universidad y no encuentran trabajo, deciden acuartelarse también, comentó el comandante de la Base de Movilización Occidental, Armando Santander, quien este fin de semana supervisaba el ingreso de los últimos reclutas para la primera llamada de la leva 2004, que se inició el 29 de abril para los jóvenes de entre 18 y 20 años que de forma voluntaria quieran cumplir un año de servicio militar.

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En esta primera llamada solo se admiten hombres; son 5.000 a nivel nacional y 2.200 en provincias de la Costa, indicó el comandante Santander, quien aclaró que para la segunda llamada, en septiembre, hay cupo para 200 mujeres.

Él comentó que las jóvenes que ingresaron el año pasado van muy bien en su capacitación. Aseguró que en proporción se han retirado más hombres que mujeres y que algunas de ellas son madres, por lo que ven su ingreso a las Fuerzas Armadas como una oportunidad de hacer carrera y darles un mejor futuro a sus niños.

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Santander también refirió que hay padres que quieren obligar a sus hijos a entrar al servicio militar porque ven el reclutamiento como una especie de correccional y quieren salvarlos de caer en bandas, pero él insistió en que su estancia debe ser voluntaria.

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Los padres de los postulantes esperaban afuera de la Base Occidental. La avenida Democracia permanecía cerrada este fin de semana. Foto: Carlos Barros/El Universo. Foto: El Universo

“Hay jóvenes que son inscritos y vienen a hacerse las pruebas. Los traen los padres y los ingresan al recinto. Pero, cuando les dicen que les toca irse al Oriente, se retiran y ya en la noche llegan a sus casas, ante la sorpresa de sus padres”, relató el jefe de la Base Occidental.

Él contó que hay otros progenitores que ven el servicio militar como un entrenamiento. Los traen para que bajen de peso, dijo el uniformado, que indicó que si no pasan la pruebas médicas no son admitidos.

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Respecto a eso, Santander reveló que han encontrado casos en los que los postulantes han dado positivo en drogas o hasta han sido diagnosticados con VIH en la etapa de pruebas.

Otros no son admitidos porque tienen su dentadura en mal estado, y sufrir un dolor de muela en una base militar apartada no es un escenario al que se quieran enfrentar los entrenadores.

En la Base Occidental hubo largas filas desde el fin de semana anterior; incluso se cerró el tránsito en la avenida Democracia y en la Pedro Menéndez Gilbert por horas, por la acumulación de postulantes y sus padres. (I)