Muy pocos casos de escopolaminados terminan en los tribunales, y se debe principalmente a que quienes sobreviven a este tipo de ataques bajo la modalidad de aturdimiento no quieren ni poner la denuncia, pero quienes sí pretenden llevar ante las autoridades a sus agresores muchas veces no lo consiguen, porque en las pruebas toxicológicas que se practican no les sale evidencia de alguna droga.

La doctora Julieta Sagnay, quien hace unos meses habría sido escopolaminada en un semáforo del centro de Guayaquil, revela que hay sustancias como la escopolamina o burundanga que duran solo cuatro o seis horas en el organismo, y que pasado ese tiempo ya no se pueden detectar.

Sagnay de su experiencia solo recuerda que bajó el vidrio de su carro para decirles a dos jóvenes que no le limpiaran el parabrisas. Luego empezó a sentir mucho sueño. La droga le hizo efecto en diez minutos y no sabe cómo alcanzó a conducir hasta el hospital de Neurociencias, donde trabaja con pacientes adictos.

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La doctora dice que al intentar estacionar se fue subiendo el parterre. Ahí, frente a los guardias, se desmayó. Eso le han contado, porque ella no recuerda aquel episodio.

Todos pensaban que había sufrido un accidente cerebrovascular (ACV), por los síntomas que presentaba, pero al tomarle los signos vitales estos no coincidían y la mandaron a casa.

Los exámenes neurológicos salieron bien, dice la profesional de la salud. Ella cuenta que fueron los efectos posteriores los que la asustaron, porque no lograba hablar ni pararse.

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Hallan muerto a policía en edificio en el centro de Guayaquil; habría sido escopolaminado por extranjeras

“Me dan el alta, pero seguía mal. Al día siguiente estaba incoherente, desorientada, no podía hablar”, insiste.

Menciona también que la escopolamina produce síntomas como confusión, desorientación, delirios y hasta alucinaciones. Dice que esto incluso se puede confundir con un trastorno mental.

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Pero las bandas actualmente hacen mezclas peligrosas y hasta mortales en su afán por dejar bien dormida a la víctima para robarle.

“Le ponen psicotrópicos, antipsicóticos y hasta ketamina, que es un tranquilizante para caballos que se cocina en un microondas y queda hecho una piedra que se puede moler”, detalla la psiquiatra, que hasta ha conversado en consulta con algunas de estas mujeres conocidas como “dulces sueños”.

Sagnay aclara que normalmente quienes se dedican a esta actividad ilícita trabajan con hombres que están pendientes de ellas todo el tiempo, que las siguen hasta la casa de sus víctimas y que serían quienes van a la Bahía a comprar los medicamentos para hacer la mezcla.

Indica que también hay las conocidas como “drogas de sumisión”, que sí son de contacto, es decir, las soplan o las dan en un papel y desinhiben sexualmente a la personas.

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“El GHB, tussi o popper es usado para desinhibirte sexualmente, para cometer agresiones. Eso hay mucho en Montañita y causa dilatación anal”, revela la profesional.

El problema es que muchas veces a estas bandas se les pasa la mano y terminan matando a la gente. “Ellos no son químicos, no saben cuánto puede resistir una persona”, comenta la doctora, que recomienda:

  • Evitar acudir a centros de diversión donde no haya garantías en cuanto a la seguridad y donde ingrese todo el mundo sin pagar, porque estos establecimientos por lo general no tienen un control riguroso de quienes llegan.
  • Evitar compartir con desconocidos en bares o discotecas.
  • Tener cuidado sobre qué bebida se consume y no dejar los vasos o botellas sin supervisión en el momento de ir al baño, por ejemplo.
  • Acudir a hacerse las pruebas toxicológicas los más pronto posible para poder judicializar el caso.

Las ‘dulces sueños’ vuelven y están a la ‘caza’ de víctimas en Guayaquil, los casos van en aumento

La doctora Sagnay insiste en que en la ciudad no hay una institución que examine las sustancias, las mezclas que actualmente se hacen y sus efectos posteriores.

Entre enero y junio del 2023, en Guayaquil y Durán se han denunciado 178 robos bajo la modalidad de aturdimiento.

Al menos cinco hombres han fallecido en estas circunstancias, pero por falta de la prueba toxicológica la Policía investiga estas muertes “por causa desconocida”. (I)