De 5.715 asesinatos, homicidios, femicidios y sicariatos hasta finales de septiembre de 2023, según datos del Ministerio del Interior, el 68 % (3.878) sucedieron en la vía pública, definida por dicha cartera de estado y la Policía Nacional como “todo el entorno necesario para el desplazamiento de las personas, ya sean calles, aceras, parterres, malecones, puentes y todos los lugares públicos de tránsito vehicular o peatonal”. Si se le suman otros lugares públicos, la cifra llega a 4.336.

Las agresiones, según los datos, también sucedieron en iglesias, supermercados, cafeterías, cajeros, cortes, instalaciones de gobiernos municipales, canchas deportivas, playas, haciendas, fincas, parques, plazas, restaurantes, universidades, panaderías, dentro de taxis, en el transporte público, hospitales, bares, moteles, terrenos baldíos, vulcanizadoras y demás lugares.

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Algunos casos llaman la atención por ser las únicas instancias en algunas tipos de lugares. Hubo una mujer asesinada en una cafetería en Orellana en junio pasado, por ejemplo. También hubo un occiso en una corte en Manabí. 713 de las víctimas, por otro lado, fueron asesinadas en sus propios hogares y departamentos.

La mayoría de estos crímenes sucedieron de las 18:00 a las 00:00 de cada día: hubo 2.282 instancias en esta franja horaria. 1.511 ocurrieron desde el mediodía a las 18:00, y 1.165 en la madrugada, de 00:00 a 06:00.

Las ciudades fueron las más afectadas por la violencia, con 4.745 muertos en contextos urbanos, en contraste con los 970 fallecidos en localidades rurales.

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Andrea Endara, coordinadora de la carrera de Ciencias Políticas de la Universidad Casa Grande, considera que una de las consecuencias inmediatas de la inseguridad es la captación de jóvenes por parte de organizaciones delictivas, la falta de inversión, y el deterioro del tejido social. Parte de la solución para esto, considera, es la confección de políticas públicas que recuperen el sentido de comunidad.

“Si recuperamos las canchas de fútbol, arreglamos los parques, ponemos personal que esté pendiente de la seguridad, hacemos actividades como clases de fútbol, de arte, vamos a ir recuperando a la juventud y a la ciudad”, indica la experta.

La peligrosidad del espacio público también afecta a la economía. Si las personas se sienten inseguras en estos espacios, expresa Endara, menos transitarán por ellos, creando problemas de identidad y de percepción de seguridad de los habitantes de una localidad.

Que haya menos lugares seguros de recreación y ocio también afecta a la salud mental, contribuyendo al deterioro de la calidad de vida de la ciudadanía.

De enero a septiembre de 2023 hubo 52 asesinatos, homicidios, femicidios y sicariatos en parques y plazas del país. Hubo 57 asesinatos y homicidios en canchas públicas.

“Como ciudadano quizá ya no vas a Urdesa de noche porque te da miedo, eso afecta a la economía de las personas (...). El espacio público es el lugar donde todos interactuamos, es la cara de la ciudad”, expresa.

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Pone de ejemplo a Medellín, Colombia, una ciudad marcada por la violencia narcodelictiva en las décadas de 1980 y 1990 y que alcanzó la cifra de 6.809 homicidios en 1991, que ahora es una ciudad “segura, artística, a la que todos quieren ir”, pues recuperó las canchas, hizo inversión social y logró que la ciudadanía recupere sus espacios

“Yo no creo que el ecuatoriano no tenga la cultura de mantener los espacios públicos (...). Si se lo incentiva y se le explica su importancia es capaz de cuidar y hacer suyos los espacios públicos”, resalta. (I)