Mario León Mata y Manuel Torres Ipanaqué, de 29 y 28 años, se llamaban ‘primos’ sin tener un vínculo sanguíneo. Eran amigos, vecinos del suburbio de Guayaquil que se reencontraron este año –luego de tres meses de no verse– en el pabellón 5 de la Penitenciaría. Ahí se fotografiaron juntos y prometieron, según el tío de Mario, cuidarse entre ellos. Pero no pudieron, los mataron el 28 de septiembre, durante la mayor masacre carcelaria del país.